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domingo, 7 de septiembre de 2008

Desesperada pasión



Mi piel te llama a gritos,
Como lo hacen mis ojos,
De forma silenciosa,
Allanando el terreno
Que quiero conquistar
Para mis besos.
Son gritos que solo yo oigo,
En forma de escalofríos,
De sudor que me cubre,
Poco a poco,
el cuerpo, herido
con el deseo de tus manos.
Ni tu piel,
Que me envuelve
en mis sueños,
ni tus ojos,
en los que naufrago
como en un vendaval,
se escapan de mi mente,
y vuelven a mí
una noche más,
y me pierdo a mí misma,
con ese recuerdo tuyo,
con el anhelo de sentirte,
evadiéndome de lo racional,
reclamando actos
de desesperada pasión.
Una confusión de manos
Que desabrochan las corazas
Que ocultan la piel,
Arrancando los botones,
Mientras las bocas se juntan,
Con una violencia
Imposible de contener.
Lenguas que se exploran
La una a la otra,
Que se reconocen,
que luchan por dominarse
mutuamente,
con fiereza.
Y ya sin ropa,
Comienza un baile de caricias,
Con las manos temblorosas,
Que se enredan en el pelo
Y en cada rincón escondido
De los cuerpos en ebullición.
Tu boca reclama, entreabierta
El aliento que le falta,
Mientras su lengua
Pasea por cada milímetro
De la encendida piel.
Y ese abrazo,
Que quiere ser eterno
Nos sacude a los dos,
Y nos transporta
Fuera de lo racional.




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