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sábado, 6 de julio de 2019

Benasque



Si pudiera detener el tiempo en un momento concreto, elegiría ese día, en Benasque, con el ser más leal y cariñoso del mundo, observándome lo alto de la escalera. No solo la echo de menos a ella, mi Luna, con sus enormes ojos verdes y su nariz rosa, sino a los días felices que pasé en esa casa.

Llegado el momento en el que tengo que hacerme a la idea de que es la despedida, intento atesorar todos los recuerdos que viví allí, tan felices. Desde la primera vez que me bajé del coche y contemplé el paisaje, las montañas que custodian el valle, el vuelo de un águila, que parecía saludarme desde el cielo, el rumor del río... Respiré hondo y mis pulmones se llenaron de vida.

Recuerdo los paseos con mi abuelo, por la noche, mientras nos hablaba de su infancia, con el perfil de las montañas recortado contra el cielo estrellado, con la canción del río, los grillos y los cárabos. Mi hermana y yo escuchábamos la voz grave y llena de cariño de mi abuelo, narrando sus travesuras de la infancia, las noches en las que su madre cosía los vestidos, dejándose la vista y su primer trabajo, en una tienda de tejidos, con un jefe al que  llamaban "el tío miserias".  

Es imposible olvidar las tardes devorando libros en el ático, y cómo leí Las Nieblas de Avalón y La Muerte de Arturo aquel verano en el que me obsesioné con Excalibur. Quería ser la Dama del Lago y atrapar a Merlín en la cueva, con mis hechizos, admirar a Arturo y recogerle, para velarle en Avalon. Y mientras leía, soñaba despierta durante mis paseos por el bosque... Era un sendero mágico, donde solo yo veía a los seres que lo habitaban; escuchaba la brisa acariciando las hojas de los árboles, el crujido de alguna rama bajo mis pies y mi respiración. Las hadas y los duendes me contemplaban en silencio, inmóviles, para no ser descubiertos. Yo quería llegar a un claro y tumbarme en la sombra, respirar el aire fresco y cerrar los ojos por un momento y escuchar, solo escuchar... Disfrutar de la paz del bosque, despertando mis sentidos. 

Mi adolescencia, con mi hermana, hablando de chicos, bañándonos en la piscina, leyendo cómics en el ático, y las excursiones, que me hicieron enamorarme para siempre de la montaña, esos momentos y los amaneceres que yo contemplaba desde el ventanal, quedarán para siempre en mi memoria, aunque la puerta de esa casa se cierre para mí, para siempre. El lugar con el que siempre soñé será el paraíso perdido, el lugar en el que quedarán los ecos de las voces de mis abuelos y los momentos felices que he pasado allí, donde me he inspirado para escribir, he amado, he cantado y he contemplado las montañas, perdida en mis pensamientos. Mis recuerdos seguirán conmigo, hasta el final.



Amalia N.Sánchez Valle

miércoles, 3 de julio de 2019

El libro de mi alma (poema)





                               Imagen de Christine Engelhardt en Pixabay

Mi alma escapa de mi cuerpo; 
pasea por el bosque 
y busca la magia. 
Escondida entre las sombras, 
busco el sendero
que me lleva al lugar 
donde se esconden las hadas.
Seré como una polilla, 
revoloteando en el claro
bailando una melodía 
que solo yo escucho... 
Como poseída por la magia, 
contemplo las estrellas, 
entre los árboles; 
susurro una canción 
y escribo en el libro de mi alma, 
la historia de Oberón y las hadas.
La noche me cobija, 
me abraza y acaricia mis mejillas, 
con las manos de la brisa; 
manos invisibles 
que juegan con mis cabellos.
Tal vez, mientras duermo, 
soñaré...



Amalia N. Sánchez Valle

jueves, 20 de junio de 2019

Senderos intrincados (poema)




                                          Imagen de DarkWorkX en Pixabay


Mi alma camina por un bosque, 
solitario y umbrío, 
mío y solo mío... 
Nadie supo leer el libro de mi alma, 
o no quiso, 
y sé que nunca ocurrirá
pues no es fácil caminar 
por senderos intrincados. 



Amalia N. Sánchez Valle

lunes, 13 de agosto de 2012

Escenarios (poema)











Lugares mágicos
en los que me escondo
de lo simple;
mundos propios
que crecen en mi mente,
trepando por mis muros,
como una hiedra
que se apodera de mí...
¿Cómo no adentrarse en ese bosque
y perseguir a los pájaros
que vuelan sobre mi cabeza?
Y bailar con las ramas,
al son del viento,
y contemplar,
a lo lejos,
ese castillo en ruinas;
llegar hasta allí,
persiguiendo las sombras
que me guían
hasta los muros,
cubiertos de musgo
del antiguo coloso.
Piedras derruidas,
ventanales abiertos,
como las negras fauces
de una fiera.
Y camino junto a un fantasma,
que contempla el crepúsculo
y se desvanece,
con la niebla...
Así, tejiendo sueños,
creo los escenarios
para mis personajes.



Noemí Valle







lunes, 14 de mayo de 2012

Oberón (poema)






Oberón,
dejad que camine entre los árboles,
sin perderme en el bosque...
Bien sé que en vuestros dominios,
los mortales podemos errar nuestros pasos
hacia donde habitan las hadas;
un lugar en el claro,
en el que se detiene el tiempo,
jugando entre mariposas
y abejorros,
bebiendo el néctar de las flores.
Los días pasarán,
y los años,
aunque para mí
solo sean minutos,
y fuera,
caigan ciudades,
ídolos y civilizaciones.
Nadie volverá a buscarme,
a la tierra de las hadas,
si me pierdo en el bosque...






Noemí Valle

miércoles, 4 de mayo de 2011

El espíritu del bosque (poema)

sunset Pictures, Images and Photos



El viento juguetea con las ramas,

mientras el árbol sueña con el sol;

la voz del bosque susurra al atardecer...

Quietud,

minúsculos seres pisotean las hojas caídas,

escondiéndose de sus depredadores.

Día y noche,

seres que nacen y mueren

bajo la misma bóveda celeste,

en el corazón del espíritu del bosque...



Noemí Valle