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jueves, 19 de abril de 2012

Luz y tinieblas (poema)



































De profundis...
Silencio y solo silencio
y un halo de misterio
en torno a la imagen que me mira
desde su peana.
Clamavi ad te,
Domine,
susurro
y levanto la vista;
busco el rayo de luz
que se cuela
desde el cenit...
Un velo blanquecino
cae sutilmente;
luces y sombras,
librando una guerra
entre columnas y bancos.
Silencio,
quiero silencio,
pero oigo murmullos.
La imagen parece moverse,
animada por el titilar de las velas...
Mi aliento se escapa,
en forma de vaho;
torbellinos transparentes
que se elevan,
al ritmo de mi respiración.
Frío,
que me cala hasta los huesos,
que me abraza,
sin yo quererlo.
La oscuridad,
devora las losas de mármol,
ganando la partida a la luz...
Ya no veo la sonrisa
ni los coros de ángeles,
sino una sombra
que pasea,
entre las capillas.
Una sombra,
cuyos pasos resuenan,
contra los muros,
rompiendo la quietud;
una sombra
que soy yo...




Noemí Valle

domingo, 8 de abril de 2012

Volvió a ser un niño (poema)



Volvió a ser un niño,
paseando,
de la mano de su madre;
"No te despeines, cariño
y pórtate bien",
dijo ella,
mirándole con ternura.
Y él sonrió,
como siempre hacía,
cuando ella le acariciaba
la mejilla...
Y volvió a cantar,
una vez más,
rodeado de otras voces blancas;
su madre cerró los ojos
y distinguió las notas que él,
pequeño ángel de rizos rubios,
iba desgranando
durante la misa.
La voz,
esa voz que solo él poseía,
les llevaba a otro tiempo.
"Parece mentira que sea tan travieso",
pensó,
contemplando a su hijo...
Y volvió a ser un niño,
tantos años después;
añorando a su madre,
contemplando mi rostro
y sin verme,
borrando de su mente recuerdos
de tiempos más recientes.
Un alma que se va,
sin más fuerzas para luchar...
Te vas,
pero nunca se borrará tu huella
y el recuerdo de tu voz.






Noemí Valle

domingo, 1 de abril de 2012

Pajarillo (poema)



Como un pájaro frágil
con las alas rotas,
intentando alzar el vuelo
en una tarde de tormenta;
así se va apagando,
lentamente,
una vida...
Tú que me cogías de la mano
cuando no era más que una niña
y me contabas mil historias,
recordando a tu madre,
menuda y delgada,
en un tiempo muy lejano,
ahora me escuchas a mí
contarte mis novedades.
Y me siento perdida,
no eres el mismo hombre
que nos sacaba a pasear,
aunque tus ojos grises
me miran con cariño,
desde muy lejos...
La voz se te va apagando
y esta tarde de domingo
eres, más que nunca,
como un pajarillo
cansado de volar.

Noemí Valle