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martes, 21 de abril de 2020

Mi Benasque




Si cierro los ojos, me parece oír el crujido de las ramas bajo mis pies y el rumor de la brisa acariciando las hojas de los árboles. Puede que la melancolía me esté llevando a ti sin remedio, el lugar donde he sido más feliz. Ahora que no puedo abrazar a mis seres queridos, ni caminar por la calle si no es para comprar comida o medicinas, y mi mente se mantiene ocupada, te cuelas en mis pensamientos, llamándome a visitarte otra vez, como cuando era una niña. Ya no volveré a esa casa donde devoré libros cada verano, donde podía contemplar tus montañas y tus amaneceres, desde el ático, donde mi yo pacífico se dejaba arrullar por los sonidos de los grillos y los cárabos... Vuelves a mí, me recuerdas tus calles empedradas, el bullicio del mercadillo, los rostros que se fueron haciendo familiares, año tras año, bajo la presencia imponente de tus montañas. Tus montañas... Ya nada será lo mismo, pero siempre volveré, aunque ya no sea a la misma casa, aunque tarde, no sé cuánto tiempo. Volveré a ti, a pasear por tus calles, a disfrutar del olor de las plantas, a saludar a los amigos y rendir pleitesía a las montañas, a caer rendida bajo la luna y a inspirarme para mis relatos; volveré a escuchar las campanas y los riachuelos, despertando mis sentidos, como la niña que los descubrió, hace tanto. Volveré, mi Benasque. Volveré a ti, a reencontrarme con mi yo más feliz. Respiraré hondo y tu aire formará parte de mis pulmones, correrá por mis venas y alimentará mi alma.



Amalia N. Sánchez 

martes, 23 de julio de 2019

Canción de agua



Soy una mota de polvo en la inmensidad de las montañas; el sol es una bola de fuego mortecina en este día nublado, una tregua para mi piel. El rumor del agua me sigue durante todo el camino, como una melodía que trae la promesa de la vida, como a otros antes que a mí... Con su voz alegre y cristalina me canta y me anima a cerrar los ojos por un momento, a respirar hondo y a sentirme de nuevo como esa niña que introduce sus manos en el río y deja que el agua le salpique en la cara... 


Amalia N. Sánchez Valle

jueves, 29 de marzo de 2012

Creación (poema)









Me siento bajo el cielo
y los pájaros revolotean,
a mi alrededor,
convertidos en brisa,
que acaricia los cabellos
de los árboles.
Los colosos de piedra
soportan en peso de la bóveda celeste,
adorando a las estrellas,
en su eterno baile
sobre la eclíptica,
luceros que mueren y permanecen...
Humanos,
pequeños seres
que recorren la faz de la tierra
que hunden sus manos en el riachuelo
y levantan sus torres de piedra,
sobre un mundo de sombras y luces,
captando los rayos de un dios
que arde, solitario,
atrapando la luz
en redes de cristal,
convirtiéndose en seres invisibles
que sobreviven por el día,
fantasmas de luz...



Noemí Valle