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martes, 31 de marzo de 2009

Una canción de primavera (poema)





Sobre un campo de flores,

ella camina descalza,

siguiendo la luz del sol,

que se filtra entre los árboles,

cantando con voz queda;

"baila la reina de las hadas,

con las centellas de la noche..."

La brisa quiere abrazarla,

y jugar con sus cabellos,

peinarla con dedos invisibles

y robar un beso de sus labios.

Toda una primavera

se extiende ante ella

y la atrapa velozmente;

"baila la reina de las hadas,

con las centellas de la noche;

son sus cabellos rayos de luna,

y sus ojos reflejos ambarinos

en su pequeño rostro..."

Ella busca aquel roble,

bajo el que descansar,

escuchando la música del viento,

y contemplar la caida del sol,

tras las montañas,

y esperar a las hadas,

al caer la noche.

domingo, 29 de marzo de 2009

Ella sigue adelante (poema)


Ella echa a volar,


aunque nada ha cambiado


desde ayer...


Los recuerdos vuelven,


pero son ya pasado,


aunque lleguen de puntillas


y llamen a su puerta


y traigan lágrimas.


Lágrimas que dan frío


y se agarran a las entrañas


con uñas y dientes;


pero ella sigue adelante...









jueves, 26 de marzo de 2009

¿Cómo puede Canadá permitir la matanza de focas?

No suelo escribir sobre ninguna noticia, pero esta me ha llegado al alma. Escucho atónita que Canadá va a permitir la caza de muchos ejemplares de focas. No puedo creerme que un país autorice un baño de sangre, y de una forma cruenta, de unos animales. Cuando vi la noticia me puse enferma, indignada, horrorizada... Y además lo justifican con unos argumentos que ofenden a la inteligencia. ¿Cómo pueden decir que la forma de matar a las focas es indolora, como han querido hacer creer al mundo? Me parece de una desfachatez tremenda. ¿Acaso se cree alguien que morir apaleado es indoloro? ¿La sangre que derraman es propia de una muerte aséptica? ¿Quiénes nos creemos los humanos, dueños de la Creación?



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miércoles, 25 de marzo de 2009

Un poema: Leonora (Edgar Alan Poe)

Llevo un tiempo en el que no publico ningún relato ni poema míos. La explicación es que estoy escribiendo mi primera novela y que estoy muy liada. Si tengo un rato, publicaré alguno. Mientras tanto, os dejo con un poema de mi admirado Edgar Alan Poe, que siempre me ha servido de inspiración.


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LEONORA


¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia
¡Se fue, se fue! ¡Se fue, se fue!
Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros,
Que un alma inmaculada de Estigia en los linderos
Flotar se ve.


Y tú, Guy de Vere, ¿qué hiciste de tus lágrimas?
¡Ah, déjalas correr!
Mira, el angosto féretro encierra a tu Leonora;
Oye los cantos fúnebres que entona el fraile;
ahora ven a su lado, ven.
Antífonas salmodien a la que un noble cetro
Fue digna de regir;
Un ronco De Profundis a la que yace inerte,
Que con morir
Indignos, los que amábais en ella solamente
Las formas de mujer
Pues su altivez nativa os imponía tanto,
Dejasteis que muriera, cuando el fatal quebranto
Se posó sobre su sien.


¿Quién abre los rituales? ¿Quién va a cantar el Réquiem?
Quiero saberlo, ¿quien?
¿Vosotros, miserables de lengua ponzoñosa
Y ojos de basilisco? ¡Matásteis a la hermosa,
Que tan hermosa fue!.


¿Peccavimus cantasteis? Cantasteis en mala hora,
El Sabbath entonad;
Que su solemne acento suba al excelso trono
Como un sollozo amargo que no suscite encono
En la que duerme en paz.


Ella, la hermosa, la gentil Leonora,
Emprendió el vuelo en su primera aurora;
Ella, tu novia, en soledad profunda
¡Huérfano te dejó!.


Ella, la gracia misma ahora reposa
En rígida quietud; en sus cabellos
Hay vida aún; mas en sus ojos bellos
¡No hay vida, no, no, no!.


¡Atrás! Mi corazón late deprisa
Y en alegre compás. ¡Atrás! No quiero
Cantar el De Profundis majadero,
Porque es inútil ya.


Tenderé el vuelo y al celeste espacio
Me lanzaré en su noble compañía.
¡Voy contigo, alma mía, sí, alma mía!
Y un peán te cantaré!.


¡Silencio las campanas! Sus ecos plañideros
Acaso le hagan mal.
No turben con sus voces la beatitud de un alma
Que vaga sobre el mundo con misteriosa calma
Y en plena libertad.


Respeto para el alma que los terrenos lazos
Triunfante desató;
Que ahora luminosa flotando en el abismo
Ve a amigos y contrarios; que del infierno mismo
Al cielo se lanzó.


Si el vaso se hace trizas, su eterna esencia libre
¡Se va, se va!
¡Callad, callad campanas de acentos plañideros,
Que su alma inmaculada del cielo en los linderos
Tocando está!.



jueves, 19 de marzo de 2009

Dedicado a los Josés, Josefas... a los valencianos, a los padres, y especialmente al mío...

Hoy es un día muy especial para todos los padres y ni que decir tiene, para los valencianos. Como mi padre es valenciano, traigo unas fotos, aunque no sean de fallas, para regalárselas. Son de lugares por los que hemos paseado durante años, y una de la nueva Ciudad de las Artes y de las Ciencias.


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domingo, 15 de marzo de 2009

Billar a cuatro dimensiones (relato)

Una vez más traigo un relato que no es mío, sino del mismo autor de El Principio Antropomórfico, Fernando Diego Gómez-Caldito Viseas. Espero que os guste y os parezca interesante.



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-Bola rosa a la tronera central.


El taco se desliza suave entre los dedos manchados de tiza azul, amagando varias veces. Desde aquí puedo ver cómo mi oponente calcula la fuerza, el ángulo, el efecto. Se inclina hasta casi tocar con la barbilla la madera barnizada que brilla bajo los neones que iluminan la mesa. Finalmente golpea la bola blanca, suavemente, ligeramente de lado, acomodándola en su futuro emplazamiento tras el rebote para dejar un tiro limpio en la siguiente jugada. Rebosa confianza. La bola rosa, la herida, ha salido despedida de forma inexorable hacia la tronera de la esquina tras recibir el impacto de la blanca, mientras esta se coloca alineada con una de las rojas dejando un tiro diáfano. Es bueno. Recojo la bola rosa del fondo de la redecilla del agujero y la vuelvo a colocar en su sitio. Es más cómodo cuando alguien hace las veces de árbitro o de coime, pero nos las apañamos nosotros dos.


Nunca lo había visto antes de hoy. Debe de ser nuevo en la sala. Me dijo su nombre, pero no me acuerdo. La verdad es que me da igual. Por lo menos sabe jugar, lo cual no es poco. Estoy cansado de enfrentarme con jugadores que se piensan que por saber hacer unas pocas carambolas o por ganar a sus compañeros de borracheras nocturnas en las mesas de billar americano de los bares se creen que pueden venir aquí a dar lecciones de snooker. Que equivocados están.


Me gusta el snooker. La geometría y la estrategia se dan la mano en este tipo de billar más que en ningún otro. Me encanta la mesa, enorme, con su inmaculado paño verde, como un campo de batalla sobre el que desplegar una estrategia vencedora. Siempre me ha gustado la estrategia. Hay que ser capaz de ver las jugadas por adelantado, no sólo embocar la bola, sino calcular el rebote de la blanca para preparar el siguiente tiro. En el snooker hay que saber dónde va a ir cada una de las bolas de la mesa antes de golpear con el taco. Si ves que no tienes un buen rebote, es mejor asegurarse de que el contrario no pueda quedar con un objetivo claro. Siempre hay que pensar con varias jugadas de antelación.


Y también está la geometría. Siempre me ha gustado la geometría. Es una de mis debilidades. Ángulos y efectos; geometría y física. Es una pena que nunca ninguno de mis compañeros... excompañeros, mejor pensado, hayan sabido jugar. El billar es un deporte especialmente apropiado para los físicos y los matemáticos.


-Roja a la esquina.


Mi rival de esta noche sigue jugando, encadenando golpes, mientras no falle. Este tiro es más fácil. La dejó bien colocada en la jugada anterior. Qué personaje tan anodino. Podría haberme cruzado con él mil veces y tampoco lo recordaría. Pero la verdad es que me pasaba lo mismo con la mayoría de la gente del instituto tecnológico. Siempre rodeado de personajes vulgares, mediocres, pagados de sí mismos. Así que me conformo con venir aquí, rodeado de rostros anónimos, buscando alguien dispuesto a medirse conmigo. No tengo que discutir con ellos, no tengo que explicarles hasta la saciedad el más mínimo concepto, no tengo que verles cada día y hacer el esfuerzo de aparentar que me importa algo de sus miserables vidas. Lo único que echo en falta el trabajo en sí mismo.


-Bola negra a la esquina.


Mi oponente se ha hecho fuerte en la zona baja de la mesa, donde está la bola negra. No tardo en recogerla de la tronera y devolverla a su lugar en el tapete. A este paso va a limpiar la mesa. Ahora empezará con el carrusel bicolor: Bola roja, bola negra, bola roja, bola negra... las bolas rojas desaparecen, la negra reaparece. Si es bueno acabará con todas las bolas rojas sin ceder el turno. Ya veremos.


Me gustaba mi trabajo. Es una pena que la mediocridad acabara imponiéndose. Hoy sería el gran día. Pero no estoy allí, sino que me encuentro al otro lado de la ciudad, jugando al billar con un desconocido mientras mis colegas se dedican a hacer carambolas con electrones y fotones. Que idiotas.


Suena la señal horaria de las 12:00 en la radio que siempre sintoniza el dueño del local desde el otro lado de la barra: Música clásica y jazz, tan sólo interrumpida por escuetos boletines informativos. A esta hora deberían de estar empezando. Ya falta poco para el gran momento. Ahora se arrepentirán de haberme expulsado del grupo de investigación. Íbamos a jugar la mejor partida de billar de la historia. Las bolas serían los electrones, y las troneras los extremos de un agujero de gusano: un túnel a través del espacio-tiempo, un atajo. Lanzaríamos un electrón por una de las bocas del agujero de gusano y aparecería inmediatamente por la otra. Sería como si la bola negra, cuando entrara por una de las troneras de la mesa apareciera inmediatamente por la opuesta. Menuda partida sería. Pero yo no formo parte del proyecto. Ya no. Y ninguno de esos estúpidos tiene idea de billar.


¡Ha fallado! El hombre de rostro anodino ha marrado al embocar la negra. No eres tan bueno, después de todo. Ahora me toca a mí, y tengo un tiro franco para embocar una roja. Si mantengo la concentración saldré victorioso. Con calma. Es tan importante embocar como colocar la bola para la siguiente jugada.


Bien. Me acerco a la mesa y echo un vistazo mientras froto la punta del taco con la tiza. Miro, observo, analizo las opciones. Ya lo veo.


-La bola roja a la esquina -informo a mi contrincante, que ya ha visto la jugada tan clara como yo. Me ha dejado un tiro fácil con el que puedo preparar también el siguiente golpe.


Sí. Me inclino sobre el tapete, colocando tan sólo tres dedos sobre el mismo, mientras que hago deslizar el taco sobre los otros dos, con pulso firme, sujeto el taco por la maza y golpeo la bola blanca. Perfecto. Cuando impacta a la roja, ésta acaba en la tronera de la esquina, mientras que la primera sale disparada hacia la banda, rebota y se queda alineada con la bola negra, enfilándola para la siguiente embocadura. Siempre varias jugadas por delante. Eso es lo que no entienden mis antiguos compañeros.


Van a crear un minúsculo agujero de gusano, con las bocas lo suficientemente grandes como para que pueda entrar un electrón. Cada una en un extremo del laboratorio. Y entonces el experimento fracasará. Los muy estúpidos. Si supieran que lo único que necesitan es una simple tabla de madera... incluso una lámina de cartulina podría bastar. Pero no lo saben, y no lo sabrán nunca. Porque no ven la jugada.


Poco a poco voy limpiando la mesa. Cada vez que emboco la bola negra me acerco más y más a la victoria. ¿Por dónde irán en el laboratorio? Ya debe de faltar poco. Me imagino un tiro de billar maestro, con un electrón que entra en una de las bocas del agujero, y sale por la otra. Pero si se hace bien, podría hacer que saliera en dirección a la primera boca. Volvería a caer en ella y volvería a salir por la otra, y así podría proseguir indefinidamente. Pero eso es imposible, porque los extremos del agujero de gusano también se moverán, y además apenas durarán una fracción de segundo. Pero una fracción de segundo puede ser mucho tiempo. En eso no han caído. Naturalmente que saben que se moverán, de forma arbitraria, además. De lo que no se dan cuenta es de las implicaciones que eso conlleva. No se dan cuenta de que van a crear una máquina del tiempo.


Ya sólo queda una de las bolas rojas. En cuanto meta esta y la negra habré ganado la partida. En realidad ya la he ganado, porque tengo las dos jugadas ya resueltas en mi mente. Tan sólo tengo que tirar. Empiezo a notar cierta agitación. Pero no es mía. Viene de fuera, de la calle. Ya ha ocurrido.


Jugar con el tiempo es peligroso. Si una de las troneras fuera una boca de un agujero de gusano y estuviera un segundo más atrás en el tiempo que la que fuera su otro extremo, podría meter una bola en uno de ellos y saldría por la primera antes de que hubiera entrado. Podría incluso desviarse a sí misma, con lo que nunca habría embocado. Es una paradoja como la del hombre que viaja al pasado y mata a su madre. ¿Como puede haber matado a su madre si esta nunca le dio a luz? Ciertamente, jugar con el tiempo es peligroso.


Bien. Ya he metido la bola roja. Sólo queda la negra, una vez más. La agitación se hace más intensa. Alguien pide que el dueño ponga una emisora de noticias, y mi rival está cada vez más nervioso.


El problema con el agujero de gusano del laboratorio es que no utilizan bolas de billar. Utilizan electrones, que se mueven muy rápido. No necesitan un desfase en el tiempo de un segundo: con millonésimas de segundo es suficiente. Y los extremos del agujero se mueven muy rápido. Hasta un niño sabe que objetos que se mueven a diferentes velocidades tienen marcos temporales distintos. Bueno, seguro que un niño no lo sabe, pero se supone que unos científicos de un instituto tecnológico sí. Y los muy tontos no le han dado importancia. Eran tan prepotentes que decidieron que no necesitaban mi ayuda. No podían aguantar que pusiera en evidencia su mediocridad. Decían que no sabía trabajar en equipo y tuvieron la osadía de echarme. Luego tuvieron la desfachatez de pedirme ayuda...¿Cómo lo llamaban?... ah, sí... un colaborador externo. ¡Que se vayan al infierno! Idiotas. El tiempo pasa más lentamente cuanto más rápido te mueves. Si una de las bocas del agujero de gusano se mueve más rápido que la otra, se moverá más despacio en el tiempo. Todo lo que salga por ella se desplazará hacia atrás, hacia el pasado. Sólo una millonésima parte de un segundo, pero eso basta.


-Las informaciones son todavía confusas -un reportero habla nervioso a través de la radio. Su voz está camuflada entre el ruido ambiente de viento, griterío y sirenas-. Todavía no se sabe qué es lo que realmente ha ocurrido, pero se teme que se trate del mayor atentado terrorista...


¡Qué van a saber! No tienen ni idea. Los muy idiotas iban a lanzar un electrón, pero toda la sala estaba iluminada con millones de fotones. Era inevitable que alguno entrara por una de las bocas y saliera por la otra, en dirección a aquella por la que entró la primera vez. Y como las entradas al agujero de gusano se mueven a muy distintas velocidades, y además muy rápido, al entrar en el túnel viajó también al pasado. Era sólo cuestión de tiempo que el mismo fotón que ya había entrado en el agujero de gusano, volviera a salir, en su pasado inmediato, y volviera a entrar otra vez, acompañándose a sí mismo. Y volverían al pasado, esta vez dos fotones, después tres...cuatro...miles...millones... y así en un bucle infinito, hasta que el propio tejido del universo gritara ¡basta!. Cuestión de tiempo. Y es una máquina del tiempo, por lo que para un observador externo todo el proceso es instantáneo. En cuestión de un instante se habrá producido una cantidad inimaginable de energía. Idiotas. Un simple cartón que hubiera impedido el paso de la luz entre los extremos del agujero de gusano habría bastado. En el snooker hay que saber dónde va a ir cada una de las bolas de la mesa antes de golpear con el taco.


Me preparo para dar el golpe definitivo, que me dará la victoria. Mi rival de esta noche hace rato que ha abandonado la mesa, y está en la barra, junto a un montón de rostros anónimos como el suyo, escuchando con rostros compungidos las noticias que una voz femenina narra desde el transistor. Finalmente, golpeo.


-Realmente no tengo palabras para describir el horror que se vive en la ciudad. Aunque las fuentes oficiales de momento guardan silencio absoluto, puede que se trate de un ataque nuclear. Un hongo atómico ha sido claramente visible desde toda la metrópoli. No existe ninguna clase de recuento o estimación de víctimas, pero esta claro que la explosión ha destruido completamente varias manzanas. Nadie se atreve a dar una cifra, aunque los más pesimistas dicen que tendrán que contarse por miles...


Allá va la bola negra, avanzando directa a la tronera. Rueda lentamente hasta caer en el oscuro agujero. Lástima que nadie sea testigo de mi triunfo.


Yo gano.





miércoles, 11 de marzo de 2009

Y continúas caminando (poema)


Me gustaría que hoy no fuera un día para el recuerdo, o que lo fuera por algo bonito, y no por los atentados de hace cinco años. No quería escribir sobre esto, porque me conozco. Soy muy llorona...


Es difícil escribir sobre un hecho que nos cambió a todos y que se llevó tantas vidas; solo sé que sentí una mezcla de alivio cuando supe que ninguno de los míos estaba allí, miedo, tristeza, incredulidad... No podía creerme que alguien fuera capaz de hacer algo así. Tal vez era ingenua.


No quería escribir hoy ningún poema, me daba mucho miedo abrir la puerta de los sentimientos, pero me lo he pensado mejor. Sin sentimientos no sería nadie.




Todo te recuerda a su sonrisa,


y esta mañana el sol te la trae,


de nuevo;


esa sonrisa era solo para ti,


y la atesoras en el corazón,


junto con el sonido de su voz.


Lloras por dentro su ausencia...


No es solo el rostro que te mira


desde el portarretratos,


sino el que llena cada rincón de tu casa


y de tu ser,


de los recuerdos,


al que hablas, a solas,


a quien ofreces lo que queda de ti,


porque no querría que te rindieras nunca.


Y continúas caminando,


con su recuerdo...




Selene








martes, 10 de marzo de 2009

La anatomía de un sueño (poema)


La noche me regala tu visita,


y me convierte en una novia oscura,


en una dama de sueños inconfesables,


que solo puedo vivir contigo,


con la caricia de tus dedos de luz argéntea,


sobre mi piel dolorida


y mis cabellos que juegan con el viento...


Estoy hecha de carne y de ensoñaciones,


de desprecios y sueños dormidos,


de las caricias que busco


y la rebeldía y la determinación,


que conforman los huesos que me sustentan


y de las células que corren juntas,


por mis venas,


que llevan a cada rincón de mí


las imágenes que invento,


las voces que he creado,


de los personajes que duermen en mi mente.





miércoles, 4 de marzo de 2009

lgunas fotos de Antequera

En mi último viaje a Antequera del mes pasado me llevé la cámara, por supuesto. Pero como no tenía la conexión del ADSL bien, no pude traerlas en su momento. Aquí están algunas de esas fotos.


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Y entre tanto experimento, una foto en color.


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domingo, 1 de marzo de 2009

El Principio Antropomófico- 4ª Parte (relato)

Última parte del relato de Fernando Diego Gómez-Caldito Viseas.


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-¿Estás diciendo que has descubierto la mano oculta de Dios detrás del Universo? -Interrumpió Héctor con sorna- ¡Esta va a ser buena!


-¿Te acuerdas de lo que te dije hace un rato? - le recriminó Vanesa. Héctor pareció dispuesto a contestar algo, pero se lo pensó después al notar el impacto de la mirada asesina de la mujer.


-¿Entonces es eso, doctor? -quiso saber el psiquiatra, que por momentos no sabía si estaba más intrigado por la historia que podía contarle el viejo científico o por la dosis de barbitúricos que iba a necesitar dentro de no mucho tiempo- ¿cree usted haber visto algo así como un plan divino?


-!No sea ridículo! -bramó Desmond- Si quiere encontrar a Dios vaya a la iglesia más cercana. ¡Aquí hablamos de cosas serias!


-¡Bueno, Víctor! -estaba claro que la doctora empezaba ya a impacientarse- Haznos el favor de explicarnos de qué va entonces todo esto.


-Os lo diré. Veréis, como bien explicó antes mi colega, durante las primeras fases del Big Bang el Universo creció de forma exponencial. Luego las fuerzas fueron separándose, cristalizando, como diría Vanesa, formando lo que conocemos como el Universo actual, en expansión. El caso es que esta cristalización no es homogénea. Se formó en múltiples sitios del universo primitivo, como si diminutos cristales se formaran en un recipiente al congelarse: Se crean varios cristales a la vez en diferentes puntos que crecen, hasta que todo el líquido está congelado. En el caso del Universo es lo mismo, aunque sería más adecuado una analogía con burbujas o vacuolas. Las vacuolas deberían ir creciendo hasta ocupar todo el universo. Pero eso no ocurre. El universo primitivo sigue creciendo a la par que las vacuolas, y estas nunca llegan a ocuparlo entero. Nuevas vacuolas ocupan los huecos que crea el universo primitivo al crecer, pero estas nunca llegan a unirse unas con otras. De hecho, podemos imaginarnos el Universo como un conjunto de vacuolas, cada una independiente de las demás. Nosotros llamamos universo a una de esas vacuolas, en la que estamos. Todo lo que vemos, todo lo que hemos investigado, pertenece a esta vacuola. Juntas forman una especie de metauniverso, que está más allá de nuestra imaginación. Ni siquiera podemos saber si las leyes físicas son las mismas en los otros universos o son totalmente distintas. No sé si estáis teniendo la imagen clara en la mente.


Desmond dedicó unos instantes a mirar a los ojos a su pequeña audiencia. A juzgar por sus expresiones, no habría podido decidir cuál de sus acompañantes tenía full, quién tenía poker y quién escalera de color. Visto el panorama, decidió continuar.


-Imaginaos: un metauniverso compuesto por millones, tal vez billones de universos, como células en un ser vivo. Pues bien, eso es exactamente lo que ocurre en realidad.


-¿Quieres decir que el universo es tan sólo una célula que pertenece a un metauniverso que es una especie de ser vivo? -preguntó el psiquiatra, que ya había doblado mentalmente la dosis de barbitúricos- ¿Estamos viviendo en una mitocondria?


-Bueno, más o menos -dijo Desmond, que buscaba algún saliente al que agarrarse en la mirada de Vanesa, y con menos esperanza en la de Héctor. En cualquier caso sólo encontró una roca perfectamente lisa- Ya sé que es difícil de creer...


-Víctor -intervino Vanesa con gesto compungido.- lo que dices no tiene ningún fundamento. Sí, todos sabemos que el concepto de universo inflacionario conlleva la existencia de tus vacuolas. Pero eso es sólo una mera hipótesis, y aunque existieran infinidad de universos burbuja, no se puede deducir de ello una especie de super-ser. Lo que dices va más allá de cualquier conjetura aceptable.


-No es ninguna conjetura descabellada -protestó Desmond- Lo que pasa es que no estás apreciando la imagen en su conjunto. Imaginaos, un metauniverso, compuesto por infinidad de universos célula, cada uno evolucionando hasta alcanzar la madurez y desempeñar una función concreta. Es por eso por lo que las constantes vienen predefinidas: este universo tiene una función concreta dentro del metauniverso al que pertenece. Una función en el que las formas de vida desarrolladas tienen que jugar un papel fundamental. Si no, ¿Que sentido tiene un universo diseñado específicamente para que se formen estas formas de vida complejas?


-Vuelves a hacerlo -indicó Vanesa- Estás dando unos saltos tremendos en tu razonamiento. Das por supuesto que realmente el universo está diseñado para crear formas de vida complejas, que puedan ser conscientes de su entorno y desarrollar inteligencia. Pero puede ser simplemente casualidad, o que como hay tantos billones de universos, alguno tiene que haber que permita la evolución de vida inteligente. También podría ser que damos por hecho que sólo se puede dar vida inteligente con un universo como este, pero tal vez podría darse en universos totalmente distintos.


-Te equivocas -aseguró Desmond. A estas alturas tanto el abogado como el psiquiatra habían dado por cerrada su participación en una conversación a la que estaba claro que no habían sido invitados, y se limitaban a observar a los dos científicos como si estuvieran viendo la final de la copa Davies- Las probabilidades de que un universo tenga estas constantes al azar son virtualmente nulas. No estamos hablando de una, sino de muchas constantes, no lo olvides. Y respecto a que se pueda dar vida inteligente en otro tipo de universo... eso sí que es una conjetura. En cualquier caso, las condiciones para que se pueda desarrollar la inteligencia son definitivamente muy específicas. Incluso aunque se pudieran dar en otro tipo de universo, también estaríamos hablando de un caso muy concreto, con unos parámetros perfectamente definidos, que en ningún caso podrían darse de manera aleatoria. No; puede que haya vida en otros universos, pero también tendrán su función concreta dentro del metauniverso al que pertenecemos.


-¿Y cual es esa función que según usted nos pertenece a las formas de vida de éste universo? -se atrevió a preguntar el psiquiatra al fin, que ya no sabía muy bien qué iba a tener que hacer con los barbitúricos.


-Reproducción -sentenció Desmond.


-¿Reproducción? -Exclamaron los tres al unísono. Durante un tiempo, se estuvieron mirando unos a otros incrédulos. Tenían la sensación de que estaban siendo víctimas de alguna broma pesada. Las miradas saltaban convulsivamente entre ellos esperando que alguien pudiera decir algo, hasta que casualmente el psiquiatra y el abogado miraron a la doctora al mismo tiempo.


-A mí no me miréis -dijo la doctora con una media sonrisa-, yo tomo la píldora.


-!Vamos, doctor! No me joda -saltó Héctor, que empezaba a dar claros síntomas de indignación.


Desmond intentó hacer acopio de toda la dignidad que le quedaba, que era ya de por sí un bien muy escaso. Tomó aire y continuó hablando pausadamente, aunque al psiquiatra le pareció ver un leve temblor en el ojo izquierdo. Tal vez algunos miligramos más, pensó.


-No deberíais de tomarlo tan a la ligera. Pensadlo bien. El universo tiene ahora, según las últimas mediciones, alrededor de 13500 millones de años. Durante este tiempo, se han formado galaxias, han muerto estrellas, se han creado sistemas solares y ha surgido la vida. A partir de aquí, todo es cuesta abajo: Ya no se van a formar más galaxias, cada vez habrá más estrellas muertas: enanas blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros. Poco a poco el universo envejece. Llegará un día en que no habrá suficiente hidrógeno para formar nuevas estrellas, el cosmos se enfriará y la materia irá degenerando lentamente. Eso suponiendo que no haya suficiente materia como para que se contraiga y vuelva a implosionar. En cualquier caso, ahora mismo el Universo está en plena madurez. Fijaros bien: Ahora, justo cuando los seres humanos llevamos unos pocos miles de años dando tumbos por esta pequeña bola de roca y agua. ¡Qué casualidad que el universo alcance su plenitud precisamente cuando aparecen seres pensantes en él!. No digo que no hayan aparecido otras especies inteligentes a lo largo de este enorme Universo, aunque podríamos ser los primeros. En cualquier caso, si lo han hecho, habrá sido en un período de tiempo relativamente cercano, cuando el universo estaba ya en su madurez (millón de años arriba o abajo). Antes, simplemente, no había suficientes elementos complejos como para sustentar la vida. Y, para cualquier ser vivo, la madurez es ese período de tiempo en el cual está plena su capacidad reproductiva. Para el Universo, eso es ahora.


-¿Y cómo se supone que se reproduce el Universo, señor Desmond? -se burló Héctor, al que el excepticismo le corría por la cara como una estampida de ñus.


-Eso es fácil -respondió el viejo físico- Basta con que un grupo de insensatos descerebrados hambrientos de poder decidan crear una singularidad desnuda en un laboratorio.


Un rictus de espanto se implantó en el rostro de los tres acompañantes. De repente las divagaciones de un viejo loco comenzaron a dejar entrever una inquietante posibilidad. Al abogado se le borró la mueca como si le hubieran dado un escobazo, y Vanesa se puso rígida, mirando fijamente a su viejo compañero, con los ojos muy abiertos, pensando que tal vez no estuviera del todo loco. El doctor Howard, por su parte, acababa de decidir que probablemente sería mejor que los barbitúricos se los tomara él mismo.


-Pero según los cálculos... -balbuceó la doctora.


-Los cálculos estaban incompletos. Poco antes del experimento introduje nuevos parámetros en la simulación, y descubrí que la singularidad se comportaría como un falso vacío en estado inflacionario. En cuestión de décimas de segundo tendríamos un nuevo y maravilloso universo creciendo dentro de nuestro laboratorio. Por eso intenté pararlo. Pero no me escucharon. Lo que íbamos a obtener no era una singularidad desnuda, sino una singularidad abierta. ¡Una singularidad abierta! ¡Un nuevo Big Bang!


-Por eso lo boicoteó -concluyó el médico.


-Lo intenté -confesó Desmond-, lo intenté, pero no lo conseguí. Apenas pude pasar de mi despacho cuando me interceptaron los de seguridad. Conseguí destruir el disco duro de algunos ordenadores y poco más.


-También le partió la mandíbula con el extintor a uno de los guardias, no lo olvide -añadió el abogado.


-¿En serio?- Un brillo de orgullo apareció en los cansados ojos del físico- La verdad es que no lo recuerdo. Estaba en un estado de pánico, no sé muy bien lo que pasó. Pensé que todo iba a terminar.


-¿Entonces no tuviste nada que ver con el fracaso del experimento? -preguntó Vanesa- ¿Entonces por qué falló? Esperábamos que tú lo supieras.


-No lo sé, pero en cualquier caso debemos estar agradecidos, ¿No crees?


-No, no lo creo, Víctor. Necesitamos saber lo que pasó para confirmar tus sospechas. No podemos dar carpetazo al asunto sin saber por qué no se ha formado ninguna singularidad desnuda o abierta. Simplemente el agujero se colapsó sobre sí mismo sin dejar rastro. De repente, el rostro del viejo físico se iluminó, intentando disimular una ligera sonrisa.


-¿Se colapsó sobre sí mismo? -quiso saber- ¿Estas segura?


-Sí. Eso fue lo que pasó. ¿Que significa?


Desmond se quedó un rato pensando en silencio. Luego, se recostó lentamente sobre el respaldo de su asiento, con la mirada perdida.


-!Vaya, vaya!... -susurró para sí. Su rostro, por primera vez, se veía relajado, en paz. Luego añadió, dirigiéndose al médico- Doctor, si no le importa me gustaría retirarme ahora a descansar. Ha sido una tarde muy intensa, ¿no cree?


-Ehhh... sí, eso es cierto, pero...


-Por favor, doctor. De verdad, estoy muy cansado.


El psiquiatra miró un momento a la doctora y al abogado, sin saber muy bien qué hacer. Finalmente tomó una decisión.


-De acuerdo, le acompañaré a su habitación.


-¿Cómo? -protestó Vanesa- ¡No puedes irte así, necesito saber qué ha pasado!


-!Vamos, Desmond! -insistió el abogado- ¿De qué va todo esto? ¿Crees que puedes largarte así, sin más? ¡Si no colaboras podría haber consecuencias!


-Buenas tardes, Vanesa. Me ha encantado verte. Adiós, señor Manfredi.


-¡Pero Víctor!...


Las últimas palabras de la doctora fueron dichas a una puerta cerrada tras la cual ya se encaminaban su compañero y el doctor, camino a alguna pequeña habitación del hospital. No tardó mucho en volver el doctor Howard para acompañarles a la salida, no sin antes indicarles que con toda probabilidad no encontraría motivos para retener al doctor Víctor Desmond, con lo que le daría el alta en menos de 48 horas. Les acompañó hasta la puerta con cerradura magnética y allí se despidió de ellos.


La mujer y el hombre desandaron sus pasos por el suelo de tablero de ajedrez. Dos juegos de pasos, uno con una cadencia larga y grabe, el otro, más rápida y aguda. Pasos de mujer, pasos que hacían que se volvieran las fantasías de muchos de los inquilinos del viejo hospital psiquiátrico. Pero de repente, los pasos de cadencia más rápida y aguda cesaron. No tardaron en hacer lo propio los de su acompañante.


-¡Hijo de puta! -exclamó la mujer.


-¿Qué ocurre, Vanesa?


-¡Hijo de puta! ¡No ha fracasado!


-¿Cómo que no ha fracasado?


-Lo conseguimos. ¡Obtuvimos una singularidad abierta!


-Espera un momento... ¿No habíamos quedado en que si obteníamos una singularidad abierta crearíamos un nuevo Big Bang?


La doctora miró a su compañero con una sonrisa de oreja a oreja


-¡Exacto! -exclamó.


-¿Entonces?


-No lo entiendes. La singularidad se ha creado, y el nuevo Big Bang también. Lo que ocurre es que cuando creamos el microagujero negro, creamos también un pequeño túnel, ¿te acuerdas?


-Sí, recuerdo lo del pozo con forma de trompeta.


-Pues lo que ha ocurrido es que el nuevo universo se ha creado en el extremo del túnel, en el fondo, donde estaba la singularidad, y la radiación del agujero de gusano cerró el cuello del mismo, dejando al nuevo universo creciendo tranquilamente al margen de nuestro universo. Es como si se hubiera creado un globo a partir de la superficie de otro, pero de tal manera que en cuanto se ha empezado a inflar, el cuello de botella que los unía se ha cortado, separándolos. En el momento en que se empezó a crear el nuevo universo, el túnel se cerró aislándolo del nuestro. Pero ahí está, en alguna parte.


-¿Quieres decir que...?


-Sí, Héctor. Hemos sido padres.


La doctora comenzó a caminar con brío hacia la salida del hospital, seguida a pasos forzados por el abogado, que tendría que presentar el informe más inverosímil de toda su carrera profesional. Todavía no sabía cómo iba a hacerlo. Mientras tanto, en algún lugar más allá del tiempo y del espacio, un nuevo universo daba sus primeros pasos en la realidad. Se empezaron a formar vacuolas que crecían, y en una de ellas, dentro de algunos miles de millones de años, habría galaxias, estrellas, planetas, y algunas torpes formas de vida que evolucionarían y acabarían preguntándose de dónde había salido todo lo que les rodeaba. Y algún día, en algún lugar, alguna de ellas decidiría que sería un buen momento para ver que pasaría si se le daba la vuelta a un agujero negro, y todo volvería a comenzar de nuevo.



FIN


El Principio Antropomófico- 3ª Parte (relato)

Tercera parte del relato de Fernando Diego Gómez-Caldito Viseas.


Agujero negro Pictures, Images and Photos



El médico esperó unos instantes a que las aguas volvieran a su cauce antes de continuar. Héctor, cuyo color le había abandonado el rostro, miraba furibundo a su compañera. Ésta observaba con ojos preocupados al hombre que no hacía mucho había admirado como un auténtico mentor, el cual ahora miraba al suelo, mientras daba golpecitos con el pié al lápiz que nadie se había molestado en recoger.


-Bueno, doctora, iba a explicarnos la técnica que pretenden utilizar para obtener esa energía de vacío.


-Bien. Todo comenzó hará unos 10 años, cuando Desmond trabajaba en el Gran Colisionados de Hadrones del CERN. Por aquella época descubrió que podían crearse en condiciones controladas microagujeros negros.


-¿Y eso no es peligroso? -preguntó Howard alarmado- ¿Es ese el motivo de su inquietud, señor Desmond?


-No sea ridículo -respondió el aludido- Estamos hablando de agujeros negros más pequeños que un protón. Tienen tan poca masa que se desintegran en una fracción de segundo debido a la radiación de Hawkings.


-Cierto -corroboró la doctora- Pero el hecho de que durante una insignificante fracción de tiempo estén ahí abre muchas posibilidades. Fue el propio Desmond el que escribió un artículo sobre la viabilidad de crear y estabilizar microagujeros en una prestigiosa revista, a raíz de lo cual se le contrató en CERES. Verá. Para entender lo que nos proponemos primero debe comprender algunas cosas sobre los agujeros negros. Lo más importante que debe tener en cuenta es que un agujero negro es una singularidad cerrada rodeada por un horizonte de sucesos.


-Naturalmente -Dijo el psiquiatra con una mueca sarcástica- ¿Dónde está el problema?


-Perdone -se disculpó la mujer, que sonrió ligeramente avergonzada- Mire, una forma de imaginarse un agujero negro es como una especie de pozo sin fondo, pero que tiene una apertura como la boca de una trompeta. Imagínese que empuja una pesada carretilla cerca de este pozo. Cuanto más alejado de la boca esté más fácil le resultará empujarla, pero conforme más se acerque al pozo, mayor será la pendiente y más difícil le será evitar que caiga. Llegará un momento que le resultará completamente imposible sujetarla, y caerá al fondo. Cuanto menos pese la carretilla más se podrá acercar al centro del pozo sin que se vea arrastrado por ella. Pues bien, un agujero negro es exactamente igual. Pero en este caso, hay un momento en que no importa lo ligera que sea esa carretilla: Caerá inexorablemente. Incluso la luz, una vez que pase ese límite, sucumbirá sin poder remediarlo. Esta frontera es lo que se conoce como Horizonte de Sucesos, y mucha gente lo confunde con el agujero negro en sí. En realidad éste se encuentra en el centro de ese horizonte, y puede ser mucho más pequeño, sólo que no podemos verlo. A esa región, al agujero en sí mismo, lo llamamos Singularidad. Es una singularidad cerrada porque nada puede salir de ella. Y es aquí donde cobra importancia el trabajo de Desmond.


-Hay que joderse... -bufó éste.


-Lo que Víctor consiguió -continuó Vanesa mientras atravesaba con la mirada a Desmond haciendo caso omiso del comentario de este - fue una manera de manipular los microagujeros negros. Ahora no sólo podemos crearlos, sino estabilizarlos, variar su eje de rotación e incluso el sentido y la velocidad de ésta. Hemos tardado casi diez años en conseguirlo, pero por fin hace tres días estábamos preparados para realizar un experimento crucial.


-Fue el día en que Desmond enloqueció -puntualizó el abogado. Vanesa temió por unos instantes que el viejo físico se abalanzara sobre él, pero éste seguía mirando aparentemente al suelo, aunque seguramente observaba algún lugar mucho más lejano.


-En efecto -confirmó ella- Verá, estas singularidades son unas aberraciones que parecen avergonzar profundamente al Universo. Por eso las oculta pudorosamente detrás del horizonte de sucesos. Nosotros pretendíamos sacar a esta singularidad a la luz. Para ello, hicimos girar el microagujero sobre su eje cada vez más y más deprisa. Gastamos tanta electricidad en ello que tuvimos que hacerlo por la noche, para que la ciudad no notara las bajadas de tensión. La idea era hacer girar tan rápido al agujero que la singularidad se fuera achatando por los polos y ensanchando en su ecuador, cada vez más y más, hasta que este ecuador rebasara la frontera del horizonte de sucesos. En ese momento, tendríamos una singularidad desnuda, y una puerta de acceso al falso vacío, un surtidor de energía que podríamos aprovechar. Si el experimento hubiera tenido éxito habríamos obtenido la forma de saciar de una vez por todas las necesidades energéticas mundiales.


-Pero no funcionó -concluyó el psiquiatra.


-No, no funcionó -reconoció Vanesa frustrada, recostándose en el respaldo mientras apartaba la vista hacia algún punto indefinido. Por un momento Desmond pareció regresar de donde fuera que estuviera y la miró furtivo.


-Mire, Desmond -intercedió el abogado, cauteloso- Sólo queremos saber qué fue lo que pasó. Necesitamos su ayuda. Si tan peligroso es el experimento, por favor, explíquenoslo para que pueda ponerlo en mi informe. Le garantizo que seré todo lo convincente que pueda. ¿Cómo vamos a realizar cualquier acción que pueda, según usted, destruir el Universo? ¡No tenemos otro! Le aseguro que a los de marketing no les gustaría la idea -bromeó.


El silencio se hizo dueño de la sala, mientras el abogado, la doctora y el médico observaban expectantes al viejo científico. Al fin, Desmond empezó a reaccionar, lentamente, como si despertara de un profundo coma. Por primera vez desde que llegaron, miró a Vanesa a los ojos. Luego, sereno, comenzó a hablar.


-La verdad es que temo que con lo que voy a contaros me toméis por loco -dijo. Luego, miró unos instantes a su alrededor, como recapacitando sobre su tal vez no demasiado afortunado comienzo- Bueno, qué más da, ¿verdad? -sonrió agriamente- Dicen que si una persona fuera capaz de percibir la verdadera magnitud del universo, y por tanto la insignificancia de su ser, sucumbiría inmediatamente a la locura. Puede que me haya pasado algo parecido. Durante las últimas fases de la investigación he llegado a inquietantes conclusiones sobre la naturaleza misma del universo. Cuando por fin encajé la última pieza del rompecabezas pude observar con meridiana claridad una visión cosmológica completa. Y la consecuencia inevitable de esa realidad es la destrucción completa de todo.


-¿De todo? -preguntó Héctor incrédulo- ¿No cree que estamos siendo un poco exagerados?


-¡Sí, de todo, de la Tierra, del sistema solar, de la galaxia... De todo el Universo!


-¡Cálmate, Víctor! -suplicó Vanesa- Debes de entender que resulta muy difícil creer que podamos destruir todo el universo desde un laboratorio, ¿no crees? Es que... ¡joder!, no estás diciendo que podíamos haber volado el edificio, o media ciudad. ¡No!. Estas diciendo que podríamos haber destruido el Universo entero. ¡El Universo! ¿Te das cuenta de como suena eso?


-Me doy cuenta -sentenció Desmond.


-¿Y bien? -inquirió la mujer al ver que no parecía que su colega fuera a continuar hablando. Tras unos segundos, el viejo profesor prosiguió.


-Veréis... cuando uno da lecciones de física en un instituto o en una universidad, se explican una serie de leyes básicas, un grupo de fundamentos que hace que todo parezca tener sentido. Las leyes de la física son las que son, y no se pueden romper, simplemente porque el Universo está hecho así. De esta manera podemos explicar cualquier fenómeno natural. Las leyes parecen tener una belleza intrínseca, están relacionadas, de forma que unas son consecuencia lógica de las otras, y al final tenemos un mosaico de leyes y propiedades, una especie de piedra de roseta que explica cómo funciona todo. Las cosas son como son porque no podrían ser de otra manera. Simplemente todo encaja de forma natural. No tiene sentido imaginar un universo donde los objetos no tengan inercia, o donde las cargas opuestas no se atraigan. Todo tiene una lógica... o casi todo. Existen una serie de parámetros que parecen puestos "a dedo".


-Creo, señor Desmond, que me estoy perdiendo -confesó el doctor.


-Lo que quiero decir -continuó Víctor-, es que cualquier fenómeno que observe puede ser explicado como una consecuencia lógica de las leyes de la física. Es como un triángulo plano: sus ángulos sumarán 180 grados sexagesimales, simplemente porque no puede ser de otra manera. Todo tiene un orden natural. Pero en la naturaleza, hay ciertos parámetros que parecen tener un valor caprichoso. No existe ninguna ley que implique necesariamente que tengan que tener ese valor. Podría ser cualquier otro. ¿Por qué la constante de gravitación universal vale exactamente 6,673x10E-11? ¿O la constante de permitividad del vacío 8,854x10E-14? No hay ninguna razón aparente para que sea así. Simplemente, cuando se formó el universo, por algún motivo, estos parámetros ya venían de serie. Lo más aterrador es pensar en que si cualquiera de ellos fuera tan sólo mínimamente diferente del actual, el universo sería completamente distinto. Por ejemplo, si el valor de la constante gravitatoria fuera ligeramente mayor, las estrellas consumirían su reserva nuclear en mucho menos tiempo, no en miles millones de años, sino en cientos de millones de años, tal vez menos. La fase principal sería tan corta que no daría tiempo a que se pudieran generar formas de vida complejas. Además, el universo se cerraría sobre sí mismo en poco tiempo y colapsaría. No nos habría dado tiempo a evolucionar, probablemente ninguna criatura podría haberlo hecho.


"Si la constante fuera un poco menor, no se habrían formado las galaxias. Los materiales del universo estarían más dispersos, apenas habría estrellas, y mucho menos supernovas. Por tanto, no se habría producido la nucleosíntesis de elementos complejos, y el universo entero sería un montón de nubes de hidrógeno, sin forma definida." "Lo mismo pasaría con la constante de permitividad, que afecta a la intensidad con la que se atraen las cargas eléctricas. O con la de Plank, o con cualquier otra. Son parámetros aparentemente aleatorios, pero en los cuales la más mínima variación afectaría completamente a la vida no sólo en la tierra, sino en todo el Universo. No pueden ser aleatorios. Algo los ha predefinido."