Brillante como un cometa,
Esta maravillosa canción se la dedico a mi amigo Pedro, sin el cual no habría aprendido tanto sobre Mike Oldfield, mi compositor favorito, y en general sobre la música. Gracias por estar siempre ahí.
Y llegará el momento en que tu luz se apagará,
para descansar de los sufrimientos.
Como otros antes que tú,
te irás para no volver,
y al mirarte ya no serás tú,
sino la cáscara vacía...
Estarás lejos del dolor,
y podrás flotar libre,
como una ráfaga de viento.
Miraré tus fotos,
juntaré los recuerdos de mi infancia
y lloraré,
por los que nos quedamos aquí,
sin tu presencia.
Pero mientras eso ocurre,
deseo que tu sufrimiento acabe...
Noemí Valle
.jpg)
Busco los caminos de mi mente
y recorro mil senderos
escondidos entre los árboles;
cae la noche y la luna,
asomada entre las nubes,
peina sus cabellos,
en el claro del bosque.
Mi noche está llena de seres invisibles
que me hablan al oído,
bajo los sonidos de cristal de las estrellas,
fulgores de ideas que cruzan por mi mente.
Mi mente,
marañas de neuronas que buscan
en las sombras de un mundo gris
lo bello,
el brillo de la luna en mi estanque,
el abrazo de la felicidad,
susurrándome que soy bienvenida.
Mundo gris y pobre;
escapo corriendo por las calles,
pisando charcos
de aguas sucias
y lluvia ácida,
enferma y corrupta...
Me retiro a los bosques,
a mis sueños de rayos de luna,
al viento acariciando mi rostro,
a una cabaña de madera
llena de cuadros y fotos,
y a tu abrazo cálido,
a los besos que curan las heridas.
Noemí Valle
Me transformo en brisa,
para recorrer la faz de la tierra
y llegar hasta ti,
y acariciar con mis manos invisibles
tu rostro.
Busco las estrellas de tus ojos
y te miro,
hipnotizada,
hasta olvidarme de mí.
Y me convierto en el oxígeno que respiras,
persiguiendo los latidos de tu corazón,
y peregrino hasta tu alma,
sin obstáculos,
ni guardianes que me cierren el paso...
Te miro,
me sigo perdiendo,
plácidamente,
en tus ojos oscuros,
y solo despierto
cuando tu voz me llama,
y acaricias mi rostro.
Noemí Valle
Quién no sería capaz de buscar,
en el horizonte,
un rayo de luz plateada
al que seguir,
hasta el otro lado del mar...
El mar...
sus negras fauces engullen a la luna,
y ella contempla,
desde el fondo,
el techo de estrellas
que se precipita sobre nuestras cabezas.
Franz Liszt, representante de la Nueva Escuela Alemana, fue un compositor y pianista virtuoso de la corriente del Romanticismo, contemporáneo de Berliotz, Brahms y Wagner, entre otros.
Dejo una de sus obras más conocidas.
Maravillosa versión de la ópera de Monteverdi L?Orfeo, dirigida por el gran Jordi Savall, especialista en música antigua.
Islas desiertas;
burbujas que encapsulan mi alma,
con pensamientos míos,
solo míos...
Cada latido hace crecer una flor
en mi pecho,
cuyas hojas acarician los recovecos
de mi alma inquieta.
Recuerdos convertidos en música
flotan en el aire
y me despeinan con sus dedos,
y me limpian las lágrimas
que caen tras cada pérdida.
Despedidas,
nuevas almas que abrazar,
luces y sombras
que nacen y crecen
en el fondo de mi mente...
Los sueños,
infinitas proyecciones
de estrellas en mi firmamento,
me inspiran
y se transforman en poemas
que lanzo al viento,
para que vuelen,
y se pierdan,
en la nada...
Noemí Valle
El preludio de Tristan e Isolda, de Richard Wagner, siempre me ha parecido una de las piezas más bellas de la ópera.
Os dejo una versión dirigida por el gran Zubin Mehta.
La brisa de la noche,
convertida en susurro,
transporta las palabras,
los silencios ahogados;
se lleva,
muy lejos,
las lágrimas.
Silencios,
ocasiones perdidas,
tiempo que se escapa de las manos...
Mientras escribo,
intento redimirme,
reparar el daño
con los recuerdos
de tiempos ya lejanos.
Y vuelvo a ser una niña
que no conoce el odio,
y sale a pasear,
de la mano de su abuela.
