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viernes, 27 de noviembre de 2009

Pero yo me quedo con My way de Frank Sinatra (relato)

Se abren las puertas del vagón y salen en estampida decenas de personas, dispuestas a esquivarse unas a otras, para llegar a una meta invisible, que después se convierte en unas escaleras mecánicas.

Ella sube el volumen de la música que escucha todas las mañanas y trata de evitar un codazo, un pisotón, un frenazo en seco del hombre que va delante de ella y de la mujer que lleva un paraguas en ristre, como si de una lanza se tratara.

El pasillo es largo y se cruza con gente que aparece de otra linea, que avanzan como salmones, a contracorriente con el viento que recorre la estación de cara, impregnado de olores desagradables.

Llegan a la escalera mecánica, y como cada mañana, ese hombre de voz cascada se empeña en asesinar una canción; esta vez My way. "Vaya horror", piensa ella, y sube el volumen de nuevo de su música, para no tener que escuchar cómo esa voz de mafioso destroza irremediablemente una canción genial. Le mira de soslayo y se pregunta por qué no se limita a cantar solo en la ducha.

La escalera va alejando al batallón de viajeros estresados de los sones malogrados de My way, y ella piensa que acaba de escuchar una versión muy parecida a la que interpretaría un estropajo, rasposa, sin sentimiento, y respira hondo cuando sale a la calle.  Y por la tarde, en ese mismo lugar se pondrá ese músico que ella llama "la alegría de la huerta", y que se empeña en hacer llorar a todos a mediodía con esas canciones  tristonas.


2 comentarios:

PEMM dijo...

Fantastico Selene,semblanzas del metro de Madrid...

Selene dijo...

Se podrían hacer tantas... Esto es lo que me pasa cada día cuando voy al trabajo.

Muchos besos