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miércoles, 2 de septiembre de 2020

Luna, siempre

 Querida Luna, 


Han pasado seis años desde tu partida. Cómo no recordar aquella terrible noche, en la que decidiste irte en mis brazos... ¿He superado aquello? No. Solo he podido acostumbrarme a vivir con tu recuerdo, sin oír tus pisadas en el pasillo, detrás de mí. He salido adelante con ese vacío tan terrible que se siente cuando se pierde a un ser querido, tan amado que te convirtió en mi hija peluda, desde que eras esa gatita de orejas enormes y ojitos verdes, como una pequeña elfita que llegó a mi vida para llenarla de luz. 

Aunque ya no estés a mi lado, durmiéndote poniendo tu cabecita en mi mano, sigues estando en mi corazón, en la pantalla de mi móvil y del portátil, siendo mi pequeña sombra blanca, mi protectora, mi niña lista y graciosa, capaz de abrir puertas, ladronzuela de yogures, diva y maulladora... 

Estoy convencida de que cuando me vaya de este mundo, te volveré a encontrar, que corretearás hacia mí, con mi pequeño Byron a tu lado y me perderé en tus preciosos ojos verdes.  




Amalia N. Sánchez Valle

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