Alma de ruiseñor (reflexiones)
Después del ensayo me gustaba pasear por Ópera y encaminar mis pasos al lugar donde mi abuelo iba a tomar clases de canto. Para mi era un ritual, desde el primer día que me uní al coro. Me he imaginado a mi abuelo orgulloso de mí, escuchándome desde donde esté, que no puede ser otro lugar que el cielo; era el hombre más cariñoso y sensible que he conocido, y su voz de barítono todavía suena en mi memoria... Después de bajar la Cuesta de Santo Domingo, llegué hasta la Plaza de Isabel II y contemplé el Teatro Real; él me llevó a mi primer concierto. Aquella fue una experiencia preciosa. Empecé a callejear y pensé en lo mucho que se puede estar unido a alguien, a pesar de haberlo perdido. Está en los recuerdos, en quienes somos ahora... Gracias por enseñarme tanto sobre la música, alma de ruiseñor.
Amalia N. Sánchez Valle
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