Eterno movimiento (poema)
Había nieve
en aquel bosque,
recorrido por arroyos,
cubierto de crisálidas abiertas
de sueños que volaron
hacia lugares remotos.
El blanco manto lo cubre todo,
borrando las huellas
del lobo que devora el tiempo;
veo los copos caer,
escucho un tic-tac,
tic-tac,
tic-tac...
Mis cabellos se vuelven blancos
y las estrellas giran,
sobre mí;
los ríos fluyen
y nada permanece inmóvil.
Eterno movimiento;
mecanismos invisibles
de una máquina que no se detiene,
que atrapa a los humanos
en sus engranajes...
Misterioso,
invisible a mis ojos,
que no pueden ver.
Noemí Valle
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