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domingo, 26 de febrero de 2012

Violeta (poema)















Rumor de voces,
abanicos que vuelan
sobre sedas y rasos;
el murmullo recorre la platea
y los palcos se ocupan,
lentamente.
Fru-fru de vestidos vaporosos,
miradas que recorren los dorados
de las tallas de madera,
bajo la luz titilante
de una lámpara de cristal...
Los querubines juegan
entre nubes y guirnaldas,
a atrapar al vuelo,
a una paloma.
Un amorcillo rezagado,
contempla a la orquesta,
allí abajo,
en el foso;
atriles en fila,
brillos de metal,
cuerdas y arcos...
Están tan lejos,
pero su música se eleva
hasta el cielo.
Un pesado telón
separa el mundo
del amor y la traición,
y los sueños robados,
y los héroes y villanos,
que cobran vida en el escenario.
Un salón vacío...
candelabros repartidos,
aquí y allá;
un hombre enciende las velas
mientras un coro ensaya,
tras el decorado.
Paisajes de tela,
luces dispuestas,
convertidas en el reflejo plateado
de la luna,
entrando por una ventana.
La prima donna
calienta la voz;
será su gran noche,
su debut,
en la piel de Violeta...
Violeta,
la mujer que ama,
la heroína de otro tiempo,
persiguiendo el amor,
en brazos de Alfredo.
El reloj corre,
las luces se apagan
y los querubines se esconden;
es tiempo de escuchar...
Cesa el revoloteo de abanicos
y los murmullos del público.
El director mira a los músicos
y asiente,
antes de empezar.
Suena el preludio,
sube el telón
y no existe nada,
salvo París,
una fiesta en casa de Violeta;
y todo es real,
tan real...



Noemí Valle

viernes, 17 de febrero de 2012

Margherita (poema)
















Margherita,
asomada a la ventana,
escucha las notas
que se deslizan,
desde el piano,
como una caricia...
Los pináculos de Duomo
remontan el vuelo,
hacia el cielo nublado;
Milán envuelta en grises,
en canciones y voces
de quienes recorren sus calles,
Milán, tierra de promesas,
de sueños por cumplir.
Margherita ve pasar los días,
los meses caen
sobre las hojas de los árboles,
desgrana,
en oraciones,
el sueño del éxito,
de aplausos en La Scala;
plegarias de días y noches,
contemplándole,
ante el piano,
componiendo.
Busseto está tan lejos,
pero aquí,
en Milán,
está la gloria...


Noemi Valle




Margherita Barezzi fue la primera esposa de Giuseppe Verdi, a quien animó a vivir en Milán, para que encontrara la fama como compositor, convencida de su valía. Murió muy joven, el 18 de junio de 1840, con solo veintiséis años. 

martes, 7 de febrero de 2012

Estatua (poema)



Soy una estatua escondida
en lo más oscuro del bosque;
un día huí del monstruo
que moraba en mí
y me escondí del sol,
del viento que danzaba,
juguetón,
entre los árboles
y de mis semejantes,
cerrando los ojos,
durmiendo a la sombra;
dejé que el liquen invadiera mi rostro
y el resto de mí se cubrió de hiedra...
Dormí y soñé,
reviví el pasado,
llorando y aferrándome
a mi yo de entonces,
por miedo a reconocer los errores
y pasaron las estaciones;
llovió sobre mi piel pétrea,
sin que yo abandonara mi escondite
y nada logró despertarme,
ni siquiera los pájaros,
picoteando sobre mí...
No quería despertar
y enfrentarme de nuevo
a mi yo más oscuro,
encontrar el rostro terrible
de alguien que odia.
Y no quise salir de mi bosque,
convertir la piedra
de nuevo en carne,
por miedo a sentir.
Un ser dormido,
que luchaba por seguir así...
Y un día desperté,
sin quererlo,
descubriendo las verdades
de tu yo,
y te fuiste,
para siempre...
Y dejé de ser la estatua perdida,
sintiendo el dolor en las entrañas,
para no dormir,
escondida en el bosque,
nunca más.





Noemí Valle

sábado, 4 de febrero de 2012

Raíces profundas (poema)

















Caminando de puntillas
sobre el borde del acantilado,
busco las flores
que antes crecían,
silvestres,
en el jardín de mi memoria.
Las margaritas de ayer no existen,
porque mi mente recompuso
las imágenes de un tiempo peor.
Y me acerco a los árboles,
buscando su sombra
y me aferro a su tronco,
porque no quiero caer...
Sombras que se cuelan
y se acercan a mí lentamente,
y tiran de mi pelo
con garras frías y afiladas;
busco las raíces del árbol,
profundas,
enterradas en mi corazón
desde hace años,
y hundo mis manos en la tierra
para rescatar lo mejor de mí,
con el ansia de un niño que busca la luz...



Noemí Valle