Última parte del relato de Fernando Diego Gómez-Caldito Viseas.
-¿Estás diciendo que has descubierto la mano oculta de Dios detrás del Universo? -Interrumpió Héctor con sorna- ¡Esta va a ser buena!
-¿Te acuerdas de lo que te dije hace un rato? - le recriminó Vanesa. Héctor pareció dispuesto a contestar algo, pero se lo pensó después al notar el impacto de la mirada asesina de la mujer.
-¿Entonces es eso, doctor? -quiso saber el psiquiatra, que por momentos no sabía si estaba más intrigado por la historia que podía contarle el viejo científico o por la dosis de barbitúricos que iba a necesitar dentro de no mucho tiempo- ¿cree usted haber visto algo así como un plan divino?
-!No sea ridículo! -bramó Desmond- Si quiere encontrar a Dios vaya a la iglesia más cercana. ¡Aquí hablamos de cosas serias!
-¡Bueno, Víctor! -estaba claro que la doctora empezaba ya a impacientarse- Haznos el favor de explicarnos de qué va entonces todo esto.
-Os lo diré. Veréis, como bien explicó antes mi colega, durante las primeras fases del Big Bang el Universo creció de forma exponencial. Luego las fuerzas fueron separándose, cristalizando, como diría Vanesa, formando lo que conocemos como el Universo actual, en expansión. El caso es que esta cristalización no es homogénea. Se formó en múltiples sitios del universo primitivo, como si diminutos cristales se formaran en un recipiente al congelarse: Se crean varios cristales a la vez en diferentes puntos que crecen, hasta que todo el líquido está congelado. En el caso del Universo es lo mismo, aunque sería más adecuado una analogía con burbujas o vacuolas. Las vacuolas deberían ir creciendo hasta ocupar todo el universo. Pero eso no ocurre. El universo primitivo sigue creciendo a la par que las vacuolas, y estas nunca llegan a ocuparlo entero. Nuevas vacuolas ocupan los huecos que crea el universo primitivo al crecer, pero estas nunca llegan a unirse unas con otras. De hecho, podemos imaginarnos el Universo como un conjunto de vacuolas, cada una independiente de las demás. Nosotros llamamos universo a una de esas vacuolas, en la que estamos. Todo lo que vemos, todo lo que hemos investigado, pertenece a esta vacuola. Juntas forman una especie de metauniverso, que está más allá de nuestra imaginación. Ni siquiera podemos saber si las leyes físicas son las mismas en los otros universos o son totalmente distintas. No sé si estáis teniendo la imagen clara en la mente.
Desmond dedicó unos instantes a mirar a los ojos a su pequeña audiencia. A juzgar por sus expresiones, no habría podido decidir cuál de sus acompañantes tenía full, quién tenía poker y quién escalera de color. Visto el panorama, decidió continuar.
-Imaginaos: un metauniverso compuesto por millones, tal vez billones de universos, como células en un ser vivo. Pues bien, eso es exactamente lo que ocurre en realidad.
-¿Quieres decir que el universo es tan sólo una célula que pertenece a un metauniverso que es una especie de ser vivo? -preguntó el psiquiatra, que ya había doblado mentalmente la dosis de barbitúricos- ¿Estamos viviendo en una mitocondria?
-Bueno, más o menos -dijo Desmond, que buscaba algún saliente al que agarrarse en la mirada de Vanesa, y con menos esperanza en la de Héctor. En cualquier caso sólo encontró una roca perfectamente lisa- Ya sé que es difícil de creer...
-Víctor -intervino Vanesa con gesto compungido.- lo que dices no tiene ningún fundamento. Sí, todos sabemos que el concepto de universo inflacionario conlleva la existencia de tus vacuolas. Pero eso es sólo una mera hipótesis, y aunque existieran infinidad de universos burbuja, no se puede deducir de ello una especie de super-ser. Lo que dices va más allá de cualquier conjetura aceptable.
-No es ninguna conjetura descabellada -protestó Desmond- Lo que pasa es que no estás apreciando la imagen en su conjunto. Imaginaos, un metauniverso, compuesto por infinidad de universos célula, cada uno evolucionando hasta alcanzar la madurez y desempeñar una función concreta. Es por eso por lo que las constantes vienen predefinidas: este universo tiene una función concreta dentro del metauniverso al que pertenece. Una función en el que las formas de vida desarrolladas tienen que jugar un papel fundamental. Si no, ¿Que sentido tiene un universo diseñado específicamente para que se formen estas formas de vida complejas?
-Vuelves a hacerlo -indicó Vanesa- Estás dando unos saltos tremendos en tu razonamiento. Das por supuesto que realmente el universo está diseñado para crear formas de vida complejas, que puedan ser conscientes de su entorno y desarrollar inteligencia. Pero puede ser simplemente casualidad, o que como hay tantos billones de universos, alguno tiene que haber que permita la evolución de vida inteligente. También podría ser que damos por hecho que sólo se puede dar vida inteligente con un universo como este, pero tal vez podría darse en universos totalmente distintos.
-Te equivocas -aseguró Desmond. A estas alturas tanto el abogado como el psiquiatra habían dado por cerrada su participación en una conversación a la que estaba claro que no habían sido invitados, y se limitaban a observar a los dos científicos como si estuvieran viendo la final de la copa Davies- Las probabilidades de que un universo tenga estas constantes al azar son virtualmente nulas. No estamos hablando de una, sino de muchas constantes, no lo olvides. Y respecto a que se pueda dar vida inteligente en otro tipo de universo... eso sí que es una conjetura. En cualquier caso, las condiciones para que se pueda desarrollar la inteligencia son definitivamente muy específicas. Incluso aunque se pudieran dar en otro tipo de universo, también estaríamos hablando de un caso muy concreto, con unos parámetros perfectamente definidos, que en ningún caso podrían darse de manera aleatoria. No; puede que haya vida en otros universos, pero también tendrán su función concreta dentro del metauniverso al que pertenecemos.
-¿Y cual es esa función que según usted nos pertenece a las formas de vida de éste universo? -se atrevió a preguntar el psiquiatra al fin, que ya no sabía muy bien qué iba a tener que hacer con los barbitúricos.
-Reproducción -sentenció Desmond.
-¿Reproducción? -Exclamaron los tres al unísono. Durante un tiempo, se estuvieron mirando unos a otros incrédulos. Tenían la sensación de que estaban siendo víctimas de alguna broma pesada. Las miradas saltaban convulsivamente entre ellos esperando que alguien pudiera decir algo, hasta que casualmente el psiquiatra y el abogado miraron a la doctora al mismo tiempo.
-A mí no me miréis -dijo la doctora con una media sonrisa-, yo tomo la píldora.
-!Vamos, doctor! No me joda -saltó Héctor, que empezaba a dar claros síntomas de indignación.
Desmond intentó hacer acopio de toda la dignidad que le quedaba, que era ya de por sí un bien muy escaso. Tomó aire y continuó hablando pausadamente, aunque al psiquiatra le pareció ver un leve temblor en el ojo izquierdo. Tal vez algunos miligramos más, pensó.
-No deberíais de tomarlo tan a la ligera. Pensadlo bien. El universo tiene ahora, según las últimas mediciones, alrededor de 13500 millones de años. Durante este tiempo, se han formado galaxias, han muerto estrellas, se han creado sistemas solares y ha surgido la vida. A partir de aquí, todo es cuesta abajo: Ya no se van a formar más galaxias, cada vez habrá más estrellas muertas: enanas blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros. Poco a poco el universo envejece. Llegará un día en que no habrá suficiente hidrógeno para formar nuevas estrellas, el cosmos se enfriará y la materia irá degenerando lentamente. Eso suponiendo que no haya suficiente materia como para que se contraiga y vuelva a implosionar. En cualquier caso, ahora mismo el Universo está en plena madurez. Fijaros bien: Ahora, justo cuando los seres humanos llevamos unos pocos miles de años dando tumbos por esta pequeña bola de roca y agua. ¡Qué casualidad que el universo alcance su plenitud precisamente cuando aparecen seres pensantes en él!. No digo que no hayan aparecido otras especies inteligentes a lo largo de este enorme Universo, aunque podríamos ser los primeros. En cualquier caso, si lo han hecho, habrá sido en un período de tiempo relativamente cercano, cuando el universo estaba ya en su madurez (millón de años arriba o abajo). Antes, simplemente, no había suficientes elementos complejos como para sustentar la vida. Y, para cualquier ser vivo, la madurez es ese período de tiempo en el cual está plena su capacidad reproductiva. Para el Universo, eso es ahora.
-¿Y cómo se supone que se reproduce el Universo, señor Desmond? -se burló Héctor, al que el excepticismo le corría por la cara como una estampida de ñus.
-Eso es fácil -respondió el viejo físico- Basta con que un grupo de insensatos descerebrados hambrientos de poder decidan crear una singularidad desnuda en un laboratorio.
Un rictus de espanto se implantó en el rostro de los tres acompañantes. De repente las divagaciones de un viejo loco comenzaron a dejar entrever una inquietante posibilidad. Al abogado se le borró la mueca como si le hubieran dado un escobazo, y Vanesa se puso rígida, mirando fijamente a su viejo compañero, con los ojos muy abiertos, pensando que tal vez no estuviera del todo loco. El doctor Howard, por su parte, acababa de decidir que probablemente sería mejor que los barbitúricos se los tomara él mismo.
-Pero según los cálculos... -balbuceó la doctora.
-Los cálculos estaban incompletos. Poco antes del experimento introduje nuevos parámetros en la simulación, y descubrí que la singularidad se comportaría como un falso vacío en estado inflacionario. En cuestión de décimas de segundo tendríamos un nuevo y maravilloso universo creciendo dentro de nuestro laboratorio. Por eso intenté pararlo. Pero no me escucharon. Lo que íbamos a obtener no era una singularidad desnuda, sino una singularidad abierta. ¡Una singularidad abierta! ¡Un nuevo Big Bang!
-Por eso lo boicoteó -concluyó el médico.
-Lo intenté -confesó Desmond-, lo intenté, pero no lo conseguí. Apenas pude pasar de mi despacho cuando me interceptaron los de seguridad. Conseguí destruir el disco duro de algunos ordenadores y poco más.
-También le partió la mandíbula con el extintor a uno de los guardias, no lo olvide -añadió el abogado.
-¿En serio?- Un brillo de orgullo apareció en los cansados ojos del físico- La verdad es que no lo recuerdo. Estaba en un estado de pánico, no sé muy bien lo que pasó. Pensé que todo iba a terminar.
-¿Entonces no tuviste nada que ver con el fracaso del experimento? -preguntó Vanesa- ¿Entonces por qué falló? Esperábamos que tú lo supieras.
-No lo sé, pero en cualquier caso debemos estar agradecidos, ¿No crees?
-No, no lo creo, Víctor. Necesitamos saber lo que pasó para confirmar tus sospechas. No podemos dar carpetazo al asunto sin saber por qué no se ha formado ninguna singularidad desnuda o abierta. Simplemente el agujero se colapsó sobre sí mismo sin dejar rastro. De repente, el rostro del viejo físico se iluminó, intentando disimular una ligera sonrisa.
-¿Se colapsó sobre sí mismo? -quiso saber- ¿Estas segura?
-Sí. Eso fue lo que pasó. ¿Que significa?
Desmond se quedó un rato pensando en silencio. Luego, se recostó lentamente sobre el respaldo de su asiento, con la mirada perdida.
-!Vaya, vaya!... -susurró para sí. Su rostro, por primera vez, se veía relajado, en paz. Luego añadió, dirigiéndose al médico- Doctor, si no le importa me gustaría retirarme ahora a descansar. Ha sido una tarde muy intensa, ¿no cree?
-Ehhh... sí, eso es cierto, pero...
-Por favor, doctor. De verdad, estoy muy cansado.
El psiquiatra miró un momento a la doctora y al abogado, sin saber muy bien qué hacer. Finalmente tomó una decisión.
-De acuerdo, le acompañaré a su habitación.
-¿Cómo? -protestó Vanesa- ¡No puedes irte así, necesito saber qué ha pasado!
-!Vamos, Desmond! -insistió el abogado- ¿De qué va todo esto? ¿Crees que puedes largarte así, sin más? ¡Si no colaboras podría haber consecuencias!
-Buenas tardes, Vanesa. Me ha encantado verte. Adiós, señor Manfredi.
-¡Pero Víctor!...
Las últimas palabras de la doctora fueron dichas a una puerta cerrada tras la cual ya se encaminaban su compañero y el doctor, camino a alguna pequeña habitación del hospital. No tardó mucho en volver el doctor Howard para acompañarles a la salida, no sin antes indicarles que con toda probabilidad no encontraría motivos para retener al doctor Víctor Desmond, con lo que le daría el alta en menos de 48 horas. Les acompañó hasta la puerta con cerradura magnética y allí se despidió de ellos.
La mujer y el hombre desandaron sus pasos por el suelo de tablero de ajedrez. Dos juegos de pasos, uno con una cadencia larga y grabe, el otro, más rápida y aguda. Pasos de mujer, pasos que hacían que se volvieran las fantasías de muchos de los inquilinos del viejo hospital psiquiátrico. Pero de repente, los pasos de cadencia más rápida y aguda cesaron. No tardaron en hacer lo propio los de su acompañante.
-¡Hijo de puta! -exclamó la mujer.
-¿Qué ocurre, Vanesa?
-¡Hijo de puta! ¡No ha fracasado!
-¿Cómo que no ha fracasado?
-Lo conseguimos. ¡Obtuvimos una singularidad abierta!
-Espera un momento... ¿No habíamos quedado en que si obteníamos una singularidad abierta crearíamos un nuevo Big Bang?
La doctora miró a su compañero con una sonrisa de oreja a oreja
-¡Exacto! -exclamó.
-¿Entonces?
-No lo entiendes. La singularidad se ha creado, y el nuevo Big Bang también. Lo que ocurre es que cuando creamos el microagujero negro, creamos también un pequeño túnel, ¿te acuerdas?
-Sí, recuerdo lo del pozo con forma de trompeta.
-Pues lo que ha ocurrido es que el nuevo universo se ha creado en el extremo del túnel, en el fondo, donde estaba la singularidad, y la radiación del agujero de gusano cerró el cuello del mismo, dejando al nuevo universo creciendo tranquilamente al margen de nuestro universo. Es como si se hubiera creado un globo a partir de la superficie de otro, pero de tal manera que en cuanto se ha empezado a inflar, el cuello de botella que los unía se ha cortado, separándolos. En el momento en que se empezó a crear el nuevo universo, el túnel se cerró aislándolo del nuestro. Pero ahí está, en alguna parte.
-¿Quieres decir que...?
-Sí, Héctor. Hemos sido padres.
La doctora comenzó a caminar con brío hacia la salida del hospital, seguida a pasos forzados por el abogado, que tendría que presentar el informe más inverosímil de toda su carrera profesional. Todavía no sabía cómo iba a hacerlo. Mientras tanto, en algún lugar más allá del tiempo y del espacio, un nuevo universo daba sus primeros pasos en la realidad. Se empezaron a formar vacuolas que crecían, y en una de ellas, dentro de algunos miles de millones de años, habría galaxias, estrellas, planetas, y algunas torpes formas de vida que evolucionarían y acabarían preguntándose de dónde había salido todo lo que les rodeaba. Y algún día, en algún lugar, alguna de ellas decidiría que sería un buen momento para ver que pasaría si se le daba la vuelta a un agujero negro, y todo volvería a comenzar de nuevo.
FIN