Noches pandémicas de insomnio y dudas
Foto: Amalia Noemí Sánchez Valle. Madrid, 11 de febrero de 2021
La mente me mantiene despierta, no sé muy bien por qué; mientras mis ojos arden en cansancio, busco en los recovecos de mi cerebro una brizna de paz que me lleve al reino de los sueños... No te engañes, me digo a mí misma. "Solo llegarás allí por agotamiento". Y es cierto, siempre es cierto.
Las notas musicales me llevan muy lejos en el tiempo, en una tarde de invierno, paseando de la mano de aquel novio, durante la carrera, cuando acababa de descubrir los cafés del Madrid de los Austrias, en los que la música clásica, o el jazz amenizaban como fondo las conversaciones. Hablábamos de esa película que me había encantado o de música, de la carrera, de los sueños, de qué hacer después de la licenciatura. No lo sabía aún, pero estaba perdida en un mar de dudas, sin saber qué rumbo tomar. Lo único cierto era que en mi mente había muchos sueños, muchos poemas y relatos por escribir, muchas canciones a las que dar vida con mi voz y el convencimiento de que era demasiado soñadora para ser abogada; demasiados miedos, demasiada timidez...
Años después me vuelve a asaltar la duda; esta vez es distinto, pero no por ello menos desasosegante: Me busco a mí misma, busco un atisbo de vocación. ¿Dónde, está? ¿A dónde me llevará este tiempo distópico, en el que no existen los abrazos, los besos ni las tardes de cafés, sin gel hidroalcohólico ni mascarilla? En los días de la incertidumbre, en las noches perdidas, delante de la pantalla, porque la mente no me deja descansar. Aquí estoy, con mis miedos, mi hastío, con mis sueños, sí, mis sueños... Tal vez eso sea mi única constante.
Amalia Noemí