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miércoles, 14 de enero de 2015

Madrugada (reflexiones)

Se fue hace cuatro meses ya y perdí la inspiración. Perdí el don de la palabra, porque el dolor es grande todavía. Es tarde y no puedo dejar de acordarme de cuando escribía y ella me miraba, tumbada sobre la mesa del ordenador. Sus ojos redondos y verdes me contemplaban con placidez, mientras yo me estrujaba los sesos en ese poema que me ocupaba la mente. A veces ronroneaba y ese sonido de fondo me hacía mecerme en un estado de relajación. Y las palabras fluían, por sí solas, como ahora lo hacen las lágrimas. 

Me quedé sin palabras; desde entonces las persigo, corriendo con dificultad, tras ellas, o las espero, como el que espera la llegada de un barco, para ver caminar por la pasarela a un ser querido que se fue hace mucho y se añora. Los duelos me nublan la mente, tal vez... Mi duelo por Luna me ha dejado muda, sin poemas, con un corazón que tiembla cuando digo su nombre. Y mi cuaderno, huérfano de mis palabras, espera que vuelva a escribir, derramando historias en tinta. 







Amalia Sánchez