Poema de una tarde de marzo
¿Por qué...?
El aliento se escapa lentamente,
mezclándose con el éter,
elevándose poco a poco,
hasta donde las estrellas duermen
el sueño eterno...
Quiero anclarte a la tierra,
para que no te vayas nunca,
como cuando era una niña;
me rebelo y digo que no,
que tú no puedes irte.
Tú no...
Pero sí, un día te irás,
y yo reviviré los recuerdos
de aquel día en que me enseñaste
a escuchar la ópera.
Y tu voz de barítono se perderá,
pero no para mí...
Noemí Valle
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