Refugio (microrrelato)
Y decidió que en aquel momento necesitaba encerrarse en su propia torre, subir los mil escalones y entrar en esa sala a la que nadie más tenía acceso, para después cerrar la puerta con llave y sentarse a mirar el horizonte desde el ventanal... Se quedó a oscuras por un instante y escuchó la nada, el silencio. Ni siquiera podía oír su corazón, aunque sabía que estaba latiendo. Nada, tranquilidad. Silencio y oscuridad... Y fuera, las olas rompiendo contra los acantilados.
3 comentarios:
Suena relajante, casi que siento envidia. Y más aún si puedes tener una torre solitaria a orillas del océano.
Pero bueno después de recapacitar hay que bajar de la torre, u organizar alguna fiesta allí !
Cuantas sensaciones transmite...
Quien pudiera esta en esa torre.
Me gusta, nos llevas a ese lugar y a ese instante.
Besos
Publicar un comentario