Cierra los ojos y piensa que eres pequeño de nuevo, y que tienes ante ti una página en blanco, que está por llenar de las vivencias venideras; imagina que puedes ser quien tú quieres, y que nada te lo impide... Imagina que puedes vivir al compás de alguien, que os encontráis en el momento justo para los dos, y que tus sueños sean también los suyos. Imagina que hasta los deseos más complicados pueden llegar a cumplirse, aunque sea tarde...
Me he topado con esta preciosa pieza del Requiem de John Rutter, titulada The Lord is my sheperd, y quería compartirla con todos. A mí me ha impresionado.
John Rutter es un compositor y director de coro británico, nacido en 1945.
Caminaba sola por los pasillos del metro, pensando en sus cosas, con el eco de sus pisadas resonando en las paredes de metal, hasta que se encontró con varias personas que iban en la misma dirección, hacia la entrada, con sus billetes en la mano.
En ese momento se sentía vacía, todo seguía siendo confuso, un año después, y no veía el final. Quería ser libre, y pensar que ese año no había sido más que una pesadilla, pero sabía que sí había sido real. El desamor es real, y el frío en noches interminables, en las que la cama queda demasiado grande y por mucho que te tapes la cabeza con el edredón, el mundo sigue exactamente igual fuera.
No oía música en su mente, y decidió ponerla ella, a toda costa. Iba a escucharla, como antes... Llevaba mucho tiempo alejándose, aislándose con un libro, o con el ipod. La música que llevaba sustituía a la que ella no era capaz de escuchar en su mente, la que se fue un día, sin darse ella cuenta.
Mi debilidad por la música de Monteverdi (1567 - 1643), hace que una de sus óperas sea mi favorita, L'Orfeo. Pero en esta ocasión no traigo ningún fragmento de esa maravilla de ópera, sino un fragmento de su Lamento della Ninfa.
Aunque hay una versión cantada por María del Mar Bonet que es bastante conocida, traigo esta versión del relato medieval del Día del Juicio Final, que en Mallorca se canta tradicionalmente en la noche del 24 de diciembre.
Uno de los sitios que más me gustó en Amsterdam fue el mercado de las flores. Aquí os dejo dos fotos. Me dieron ganas de venirme cargada de plantas, je,je,je.
Pero Amsterdam no fue la única ciudad que vistamos.
Esta es otra muestra de fotos; esta vez se trata de una ciudad preciosa que se llama Leiden, conocida sobre todo por su universidad.
Ella danzaba al son de la música y se dejaba llevar por sus sueños, confundiéndose con las mariposas que revoloteaban en el jardín y que acariciaban sin pudor a las flores, antes de que llegara la noche. El aire giraba veloz y se oyeron las voces de las otras hadas, que habían llegado a la fiesta después que ella, y se unieron en su baile al son de la música de los árboles y l0s pájaros. "Ojalá mañana todo siga aquí", pensó ella, viendo cómo se cerraban las flores y todo se iluminaba por los luceros de las libélulas.
Invoco a los dioses del mar y del cielo, desde los acantilados y contemplo a los espíritus que caminan por los bosques, en busca de almas en pena que se han perdido, nada más abandonar sus cuerpos mortales; todos se acercan a mí, con los resplandores de sus antorchas, iluminando el camino, lúgubre, rodeado de niebla...