Relato
Tenía los ojos muy abiertos; seguía con la mirada, triste y cansada, los pasos de las enfermeras que la atendían, cubiertas con ropas especiales para no transmitir infecciones. Hacía tiempo que ya no pensaba en su aspecto, en el pelo que se le había caído, en su palidez, en que su rostro estaba enjuto, como el resto del cuerpo. Solo pensaba en su familia, en sus hijos. Se dijo a sí misma que tenía que verles convertirse en padres, y hacer ese viaje con su marido que tenían pendiente. Solo deseaba eso, vivir, para estar con ellos, aunque se sentía tan cansada. Tanto que cuando cerraba los ojos parecía abandonarse del todo y dejar los dolores y el miedo. Quería luchar, de veras, pero su cuerpo estaba tan exhausto, y respirar era un esfuerzo sobrehumano. Antes de cerrar los ojos le pareció ver un rostro borroso y a la vez familiar que susurraba algo que apenas podía oír. "Pero si eres tú...", dijo, con un hilo de voz. Y se fue, flotando en el aire del aliento que escapó de su boca. Se fue.
Ayer supe que varios vecinos de mis padres, a los que he visto desde la infancia, tienen cáncer. Por desgracia no parece que haya muchas esperanzas en su caso, pero no siempre es así y hay que luchar por vivir. Todavía tengo reciente un caso en mi familia y me quedo con la gran fortaleza de espíritu que ella tuvo hasta el final, dándonos un ejemplo a todos.