El destino
Las cosas pueden cambiar radicalmente en cuestión de un segundo. Un día estás muy deprimida, pensando en cómo escapar de las celebraciones, y desaparecer del mundanal ruido, para perderte en una sensación irreal de ausencia de dolor emocional. Estás pensando en lo maravilloso que sería irte a Laponia a cuidar renos, y no pensar en los cambios profundos que el verano trajo a tu vida. Lamentas ser parte de las dichosas estadísticas, y que en tu caso se hayan cumplido, y eso sin irte de vacaciones... ¿Qué era eso de las vacaciones de verano? Ah, ya, esas que te pasaste en Madrid, en pleno secano, viendo como todo se desmoronaba en tu vida, a la vez.
Bueno, estás deprimida, pensando que si no fuera por la familia más cercana y algunos amigos (algunos nuevos, y por supuesto, los de la carrera), y por los ratos en los que escribes tus relatos y los post del blog, todo sería infinitamente más anodino y triste en tu vida. Y entonces te dice tu hermana: "¿te vienes al Expocómic?" Al principio piensas que vas a ser más una carga que otra cosa. Te da corte, porque va gente a la que apenas conoces, y temes que piensen que eres una aburrida. Además estás deprimida, y no te apetece salir de casa, aunque sabes que en el fondo te viene muy bien.
"Vale", le dices a tu hermana, y te arreglas un poco a regañadientes y te vas al Expocómic, arrastrando los pies, porque sigues pensando que eres un desastre y por eso te va tan mal. Y de pronto todo cambia, porque le conoces a él...
"¿Cree usted en el destino...?"