Simply Red
Esta es una canción preciosa de uno de los grupos que más me gusta. Y qué demonios, el cantante está de buen ver... Vaaale, es un poco creido, pero canta tan bien que merece la pena escucharle.
Esta es una canción preciosa de uno de los grupos que más me gusta. Y qué demonios, el cantante está de buen ver... Vaaale, es un poco creido, pero canta tan bien que merece la pena escucharle.
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He encontrado esta imagen tomada por el Hubble. No he podido resistirme a traerla para vosotros...
NASA, ESA y Jesús Maíz Apellániz (Instituto de Astrofísica de Andalucía)
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La música de la brisa se cuela por las ventanas, como en un remolino, y recorre la estancia y mueve las cortinas, con sus dedos invisibles, y acaricia el cabello de ella, con un peine de rayos de luna; su piel resplandece bajo la luz plateada, y asomada a la ventana, canta a dúo con el viento...
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Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Publicado por Selene en 0:54 0 comentarios
Etiquetas: Poema
Publicado por Selene en 1:10 0 comentarios
Con una canción de brisa,
la Dama del Viento y de la Nieve,
camina a través del bosque;
bajo sus pies, las hojas secas
de los árboles, se escarchan
y con el vuelo de su vestido,
corre raudo el viento
y aúlla, a dúo,
con las voces de los árboles.
Los cristales de hielo
caen, lentos, sobre la tierra
a morir en sus brazos.
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Esta noche os regalo esta música que a mí me llega al alma. Ya sabéis que estoy un poco blandita últimamente, y necesito la música para expresarme. Esta noche me gustaría pedirle a las hadas que me ayuden a sentirme mejor, o a los espíritus invisibles de la noche, o a las estrellas, y cambiando un poco el poema de Pablo Neruda, poder decir que en noches como esta, él está entre mis brazos. Y que le besaría bajo un cielo infinito...
En fin, me ha dado la vena romántica, y me gustaría mirarme en sus ojos. Tal vez sea hora de irse a dormir.
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Esto que traigo hoy lo escribí hace tiempo. Espero que os guste.
Silencio, la noche se acerca, devorando con sus sombras la faz de la tierra; los pasos sordos de la dama siniestra recorren el suelo empedrado y sus brazos se extienden hacia los muros de las casas, hasta robar la tranquilidad a los transeúntes de una calle solitaria. Ella les sonríe y juguetea creando con los árboles sombras aterradoras sobre las aceras, como si de monstruos se trataran.
Una voz va recitando un poema, entre susurros, contemplando un cielo sin luna, bajo una capa de nubes que le roban el brillo de las estrellas. Solo se oye el eco de sus pasos y los latidos de su corazón desbocado.
Me asomé al fondo del pozo,
Encontré un blanco esqueleto,
en lo más oscuro y terrible del fondo;
Los brazos abandonados a su suerte,
como si estuviera dormido,
y las piernas sumergidas en el limo negro y maloliente.
En la calavera, una mueca dibujada ,
Como una sonrisa falsa.
Me pregunté quién sería aquel infeliz,
Que había acabado en el fondo del pozo,
en aquella boca abierta en la tierra,
como si ésta se hubiera limitado a engullirle;
¿Recordaría alguien a ese ser inerte,
cuyo rostro, ya consumido no tenía facciones,
ni volvería a reír o a llorar?
Sus manos ya no volverían a acariciar al ser amado,
Ni volverían a aferrarse al tiempo,
Pues tiempo es lo que ya no tendría jamás.
Su rostro...
En sus cuencas vacías no anidaba ya una mirada de recelo,
Ni expresaría amor o curiosidad,
Porque sus ojos se habían consumido para siempre.
“¿Quién será?” “¿Quién eres?”
“Dímelo”
El susurro del viento se confundió con una voz de ultratumba.
Sentí un escalofrío, y volví a preguntar.
“¿De verdad quieres saber quién soy, quién fui?”
Preguntó una voz desde lo más oscuro del pozo.
“Dime quién eres”, respondí.
De pronto un remolino, y un llanto,
Y el frío en mi rostro.
Tiemblo, y la voz contesta, desde el interior de la tierra.
“TÚ”
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