Una canción maravillosa
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Durante años escuché esta canción en casa de mis padres...
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La marea le arrastró a la orilla;
Su vida se le había borrado de la memoria,
su nombre se había perdido en un mar embravecido,
bajo las estrellas eternas.
"Frío", pensó.
Tembló todo su cuerpo;
como un animal herido,
buscó un cobijo en la playa.
La brisa acariciaba su carne,
con dedos invisibles,
gélidos como el hielo.
Creyó que su vida se acabaría.
La noche le arrastró a sus fauces,
caminó perdido por la orilla,
lloró como un niño
y se durmió, sobre la arena mojada.
Las olas besaban sus cabellos,
arrancaban un gemido de su garganta.
Era un ser poderoso,
de rostro intemporal.
Se dejó llevar, sin resistirse,
en un baile con el mar,
sus aguas buscaban su cuerpo,
robaban un beso de su boca.
Él no luchó por respirar;
se abandonó a la música de las olas,
al brillo de las estrellas,
a la espuma juguetona.
El mar le reclamaba como suyo,
le atraía en su continuo danzar.
El rostro se iluminó con el sol,
sus rayos le arrancaron del sueño
con sus brazos poderosos;
La sal se incrustaba en su piel.
"Creí que había muerto", pensó;
"tal vez solo ha sido un sueño"
"O puede que esto sea la otra vida".
Se puso en pie y caminó,
tambaleándose,
asustado, exhausto,
pero vivo.
Sus pies le alejaron de aquel lugar,
se perdió en el inmenso horizonte,
con el mar rugiendo,
llamándole.
"Ya volverás a mí un día", bramó.
"Aunque ahora me dejes".
Selene
Escribí este poema ayer, antes de saber que una tía mía había muerto. Hoy no sé qué decir, porque todavía no termino de reaccionar. Aún no he superado unos problemas familiares que tuve hace meses y supone un dolor mayor.
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