Amalia (poema)
Flores de antaño,
en su rostro cansado
y sin arrugas.
Me dice adiós,
con una lágrima rodando
por su tersa mejilla...
Quisiera convertirme,
por una vez,
en la nieta que no fui,
mientras la miro
en un silencio sepulcral.
Yo, frente a ella,
a quien adoré
y no supe entender;
sus errores no borran los míos.
Se irá en silencio
y yo solo podré llorar
el tiempo perdido,
una vez más.
Ciega,
he estado ciega con todos
los que se fueron;
solo queda el consuelo
de que me perdonaran.
El aprendizaje es duro,
y tiene un alto precio.
Sus errores no borraron los míos.
Ella se irá poco a poco,
tal vez piense en nosotros
cuando se aleje
hacia la Tierra Prometida
y yo recordaré sus mejillas
y su mirada,
en el país de mi niñez;
mis juegos de antaño
quedarán para siempre
en su voz y en su abrazo...
Amalia III