A un árbol (poema)
Se encendió una luz
en el bosque de mis neuronas;
me había negado a crecer
y los lamentos caían
como flores marchitas,
sobre el lecho verdoso de un lago...
Abrí la puerta de mis obsesiones
y las cogí por el cuello,
en una lucha a muerte.
¿Es eso silencio...?
¿Silencio en mi mente?
¿Es eso posible?
Me daba miedo verme,
reflejada en el espejo de la verdad.
Mis ojos se abrieron lentamente
y observé a una niña
que me miraba asustada,
desde el otro lado...
¿Por qué solo veía lágrimas en sus ojos?
¿Acaso ella no sabía lo mismo que yo?
El tiempo tiene que fluir,
como el agua de un río,
para llevarse el pasado,
en forma de una ramita
que flota,
que se aleja de mí,
que forma parte de la corriente...
La niña me decía adiós con la mano
y se alejaba,
dándome la espalda.
Y la luz de mis neuronas
iluminaron cuevas peligrosas,
y temí entrar por esos recovecos,
por si el suelo resbalaba;
enmudecí y enjugué mis lágrimas,
me abracé a un árbol imaginario
que sustentaba mi mente
y me hallé,
cara a cara ,
con mis rencores,
y quise luchar contra ellos,
con la espada de la razón.
Mi árbol resistió
y me cobijó bajo sus ramas,
y construí un hogar en un llano
junto a un riachuelo
por el que pasaban los recuerdos,
uno tras otro,
y los sueños de ser libre
me hicieron crecer,
hundiendo mis raíces en la tierra...
Noemí Valle