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martes, 21 de abril de 2020

Mi Benasque




Si cierro los ojos, me parece oír el crujido de las ramas bajo mis pies y el rumor de la brisa acariciando las hojas de los árboles. Puede que la melancolía me esté llevando a ti sin remedio, el lugar donde he sido más feliz. Ahora que no puedo abrazar a mis seres queridos, ni caminar por la calle si no es para comprar comida o medicinas, y mi mente se mantiene ocupada, te cuelas en mis pensamientos, llamándome a visitarte otra vez, como cuando era una niña. Ya no volveré a esa casa donde devoré libros cada verano, donde podía contemplar tus montañas y tus amaneceres, desde el ático, donde mi yo pacífico se dejaba arrullar por los sonidos de los grillos y los cárabos... Vuelves a mí, me recuerdas tus calles empedradas, el bullicio del mercadillo, los rostros que se fueron haciendo familiares, año tras año, bajo la presencia imponente de tus montañas. Tus montañas... Ya nada será lo mismo, pero siempre volveré, aunque ya no sea a la misma casa, aunque tarde, no sé cuánto tiempo. Volveré a ti, a pasear por tus calles, a disfrutar del olor de las plantas, a saludar a los amigos y rendir pleitesía a las montañas, a caer rendida bajo la luna y a inspirarme para mis relatos; volveré a escuchar las campanas y los riachuelos, despertando mis sentidos, como la niña que los descubrió, hace tanto. Volveré, mi Benasque. Volveré a ti, a reencontrarme con mi yo más feliz. Respiraré hondo y tu aire formará parte de mis pulmones, correrá por mis venas y alimentará mi alma.



Amalia N. Sánchez 

lunes, 13 de abril de 2020

Feliz cumpleaños, mamá



Llevamos encerrados muchos días. Hubo un momento en el que se hizo evidente que iba para muy largo; pasó el día del padre y tuve la suerte de ver al mío por videoconferencia. Sí, digo que tuve suerte, porque está sano y salvo en su casa, a pesar de su Parkinson y lo que le cuesta dejar de ir a hacer sus actividades en la asociación. Luego llegó mi cumpleaños y no lo pudimos celebrar tampoco como me hubiera gustado, pero mi familia me felicitó, y volví a pensar en que están todos bien, y eso no lo puede decir todo el mundo. Y llegó el cumpleaños de mi madre... Otro día especial que no podremos abrazarnos. No podremos felicitarla en persona, llenar su rostro de besos, ni comer tarta, aunque yo cantaré cumpleaños feliz, como siempre, y haremos planes para cuando podamos celebrarlo. Ella se emocionará, y echaré de menos sus ojos verdes.

Sí, estos días son extraños, pensamos mucho, intentamos pasar este trance lo mejor posible, imaginamos qué haremos cuando toda esta pesadilla acabe y entre otras cosas, pensamos en ver a nuestros seres queridos. Abrazarles, seguro que llorar de alegría y por todo el tiempo que nos ha robado la pandemia. Veré a mi sobrina, de la mano de sus padres y será tan alta, que querré regalarle ropa de Disney, como cuando estaba a punto de nacer y yo miraba los pijamas de Frozen. Y mi hermana, siempre tan aguda, con sus frases certeras, rubia y guapa, como siempre ha sido, mi consejera... Hablaré con mi cuñado de estos días extraños, de las preocupaciones pasadas. Y mis padres, a los que a veces echo la bronca, cuando veo que no se cuidan, pero a los que quiero, y tengo la suerte, sí, la suerte de tenerles bien, a pesar de sus achaques. Les abrazaré y ellos me seguirán viendo como esa niña con coletas, y sé que serán felices de nuevo. Y mis tíos, mis padrinos, tan importantes para mí, que me han regalado la visión de otras cosas, mientras vivían en el extranjero, me han ayudado a soñar con otros lugares con los que soñar.

Todos están en sus casas, llevando estos momentos de encierro como pueden, intentando que la distancia sea menor, gracias a las llamadas. Pero tened por seguro que cuando podamos, celebraremos todo juntos, esos cumpleaños pendientes, y aunque toda esta experiencia nos cambiará a todos, será maravilloso volver a vernos, volver a comer una tarta preparada por Fernando.

Feliz cumpleaños, mamá. Te quiero mucho.



Amalia N. Sánchez Valle