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lunes, 30 de junio de 2008




Coged las rosas mientras podáis


veloz el tiempo vuela.


La misma flor que hoy admiráis,


mañana estará muerta...



Walt Whitman


martes, 24 de junio de 2008

El collar de la paloma: Alí Ibn Hazm

He encontrado este tratado sobre el amor de un autor cordobés nacido en el año 994. Me llamó la atención porque tengo algunas raices cordobesas (aunque viéndome nadie lo diría) y me ha gustado tanto que he decidido traer algunos fragmentos. Espero, como siempre, que os gusten.



Cordoba


El insomnio es otro de los accidentes de los amantes. Los poetas han sido profusos en describirlo; suelen decir que son los "apacentadores de estrellas", y se lamentan de lo larga que es la noche. Acerca de este asunto yo he dicho, hablando de la guarda del secreto de amor y de cómo trasparece por ciertas señales:


Las nubes han tomado lecciones de mis ojos

y todo lo anegan en lluvia pertinaz,

que esta noche, por tu culpa, llora conmigo

y viene a distraerme en mi insomnio.

Si las tinieblas no hubieren de acabar

hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,

no habría manera de llegar a ver el día,

y el desvelo aumentaría por instantes.

Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes

a la mirada de los ojos humanos,

son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,

y que tampoco es visible más que en hipótesis.



Sobre el mismo asunto dije también en otro poema:


Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo

apacentar todos los astros fijos y planetas.

Las estrellas en la noche son el símbolo

de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.

Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento,

cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.

Si Tolomeo viviera, reconocería que soy

el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros.


sábado, 21 de junio de 2008




Estoy en un momento de transición; siento que solo tengo que cruzar un puente para empezar a hacer realidad un sueño que creía olvidado. He orientado mis pasos hacia ese camino del que me había salido, para no dejarlo nunca más. Ahora tengo que esperar, ir preparándome, continuar por un tiempo en trabajos cutres como el mío, para hacer realidad ese sueño por el cual entré en la Facultad hace años (no digo cuantos).


Todavía no sé qué hará la empresa conmigo, sigo esperando, pero sé que esa no es la verdadera meta.

viernes, 13 de junio de 2008

El autobús está repleto de gente chillona; unas mujeres vestidas de chulapas llaman la atención de todos, con sus claveles y sus mantones. Al llegar a la parada del ambulatorio se baja mucha gente y consigo sentarme al lado de una señora que se abanica y de paso, a mí. Eso es un chollo cuando hace calor.


Al llegar al centro, camino por las calles buscando una sombra, al contrario que todos los turistas que hacen fotos al Teatro Real, colorados como gambas a la plancha, en grupos.


Quiero entrar en la cripta de la catedral, y me encuentro que hay que pagar dos euros para ver la cripta iluminada. ¿Para qué quiero verla iluminada, si a mí me gusta verla con poca gente, en penumbra, con la única luz de las velas? Me voy, contrariada. Así no se puede estar en un lugar tranquilo y silencioso.


Después de pasear por los pocos lugares a la sombra que encuentro, vuelvo al autobús y me alegro de que haya poca gente. Cierro los ojos y de pronto se sube el mismo grupo de señoras vestidas de chulapas. Qué casualidad. Y con ellas la versión femenina del Gañán de La Hora Chanante. No deja de parlotear sobre las ricuras de su nietecito que a mí me importan un pepino.


Sueño con el silencio. Me horrorizan los gritos, de hecho, yo casi nunca grito, ni siquiera cuando estoy cabreadísima. Me imagino que estoy en Praga, para alejarme mentalmente de esos berridos de gallinero. Mi hermana me ha dicho que Praga sería mi ciudad ideal, y yo sueño con ir allí, a ver el puente. Algún día iré... es uno de mis deseos.


Praga


Praga


Praga